En unas horas, Arabia Saudí ha ganado una suma de 10.300 millones de euros al vender acciones de su gigante petrolera, Aramco, consolidándose como la mayor petrolera del mundo. Este movimiento financiero busca financiar su proyecto de transformación económica, Vision 2030, diseñado por el príncipe heredero.

El país se enfrenta a un déficit público considerable, alcanzando los 20.000 millones de euros en 2023, debido en parte a la reducción de la producción de petróleo para estabilizar los precios mundiales. Vision 2030 apunta a diversificar la economía saudí, alejándose de la dependencia exclusiva del petróleo. Esto implica grandes inversiones en megaciudades, turismo, deportes, cultura, ciencia y energías renovables.

Sin embargo, surge la pregunta sobre la verdadera intención detrás de esta aparente transición ecológica. Aunque Arabia Saudí afirma estar comprometida con la neutralidad climática para 2060 e invierte en energías renovables, sigue siendo el segundo mayor exportador de petróleo del mundo. Su estrategia de transición incluye la captura y almacenamiento de carbono, lo que algunos ven como una forma de continuar beneficiándose del petróleo mientras aparentan un compromiso con lo verde.

El CEO de la petrolera saudí ha sugerido que la estrategia de transición ecológica está fallando y que abandonar completamente el petróleo y el gas podría ser una fantasía.