La política catalana se encuentra en un momento clave donde los nombres de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont emergen como piezas fundamentales para la formación del próximo Govern y el futuro del independentismo.

A pesar de compartir el objetivo común de la independencia de Cataluña, la relación entre Junqueras y Puigdemont está marcada por la desconfianza y las discrepancias. Desde 2017, cuando tomaron caminos diferentes, hasta la actualidad, las rencillas y los reproches han sido una constante en su relación.

Incluso antes de aquel año, Puigdemont y Junqueras mantenían una relación tensa, ya que en 2016, apenas 13 días después de formar gobierno, Puigdemont elegía al PSC como socio para la Alcaldía de Girona que Junqueras dejaba.

A los pocos meses, llegó lo que pudo ser la primera crisis de gobierno por la intención de Junqueras de reunirse con Ximo Puig sin informar a Puigdemont, que acabó enterándose por una carta desde la Comunitat Valenciana.

Pero los tres días definitivos en la ruptura de sus relaciones, fueron tras el referéndum del 1 de octubre, la convulsa reunión sobre si adelantar elecciones para evitar la aplicación del artículo 155 de la Constitución. La destitución del Govern, con Puigdemont huyendo en coche a Bélgica, y Junqueras en España, procesado, juzgado y condenado, dejaron huellas profundas en ambos líderes.

A pesar de enfrentarse en dos elecciones importantes -Cataluña 2017 y las Europeas en 2019- con Puigdemont imponiéndose en votos, el reencuentro en Waterloo tras el indulto de Junqueras en 2021 fue frío, sin saludos públicos ni gestos de cordialidad. Sus diferencias en liderazgo y estrategia política se hicieron más evidentes en las últimas elecciones, destacando su única unión en la aspiración independentista y la mutua desconfianza.