El alcalde de la localidad abulense de Vita (79 habitantes), Antonio Martín, ha declarado que "de momento" no dimitirá de su cargo tras haber sido expulsado del grupo municipal del PP por cantar en las fiestas una canción con letra pederasta.

Martín, que asegura haber recibido el "apoyo de los vecinos" en las últimas horas, se ha visto envuelto en la polémica a partir de la difusión de un vídeo en el que interpretaba una canción con letra pederasta durante la última verbena de las Fiestas de San Bartolo, el pasado 25 de agosto, por lo que todos los partidos políticos han pedido su dimisión, incluido el PP, que le ha expulsado del grupo municipal popular.

Esta situación no es un caso aislado; en los últimos tiempos, se ha vuelto cada vez más común que figuras públicas ofrezcan disculpas sin asumir una verdadera responsabilidad por sus acciones. Este fenómeno, caracterizado por una fórmula de "si alguien se ha sentido ofendido" en lugar de una disculpa genuina, ha sido ejemplificado recientemente por varios políticos destacados en España.

El expresidente de la Generalitat, Quim Torra, se convirtió en un caso notable cuando, tras la publicación de tuits en los que criticaba a los españoles, optó por una disculpa indirecta: "Si efectivamente alguno de aquellos tuits ofendió pido disculpas, porque en absoluto era esta la intención".

Otro ejemplo es el portavoz del grupo socialista en la Región de Murcia, quien, tras realizar un gesto despectivo hacia la bancada popular, se vio obligado a disculparse. Su respuesta fue similar: "Evidentemente, como se ha podido ver en las imágenes, ha sido un gesto espontáneo, pero de todas formas, aun así, si alguien se ha sentido ofendido por ese gesto espontáneo, le pido disculpas".

El caso del beso de Luis Rubiales a Jenifer Hermoso también ilustra esta tendencia. En lugar de una disculpa clara y sin reservas, Rubiales se limitó a decir que "si hay gente que se ha sentido por esto dañada, tengo que disculparme, no queda otra"

El sacerdote de Cascante (Navarra) ha generado una fuerte polémica tras criticar durante su homilía las ayudas públicas a inmigrantes, vinculándolas con la disminución de la asistencia a misa. Ante la creciente incomodidad entre los feligreses, el sacerdote pidió perdón por sus declaraciones, aunque recriminó el murmullo que seguía resonando en la iglesia: "No sé por qué habláis. Estamos en la casa de Dios".

Estos ejemplos reflejan una creciente tendencia en la política y la esfera pública en general, donde las disculpas se han convertido en una fórmula estandarizada que evita el reconocimiento pleno de errores.