El sacerdote Gergo Bese, un prominente crítico de los derechos LGTBIQ+ y aliado cercano del primer ministro húngaro Viktor Orbán, ha sido suspendido después de que se filtraran en internet varios vídeos y mensajes que demuestran su participación en orgías gays y relaciones prolongadas con otros hombres. La evidencia ha desmentido cualquier intento de negar los hechos, dejando a Bese en una posición comprometida.

En respuesta a la controversia, Bese ha publicado un vídeo en sus redes sociales, disculpándose y afirmando que "cometió un error" y que "se aprovecharon de él y de su ingenuidad". Sin embargo, su disculpa ha sido recibida con escepticismo, con muchos acusándolo de doble moral y falda de principios.

Este no es el primer caso de figuras anti-LGTBIQ+ envueltas en escándalos sexuales. Sayer Josef, ex-eurodiputado del partido de Orbán, también se vio envuelto en una orgía gay durante la pandemia, lo que llevó a su dimisión. En Polonia, el padre Tomás fue descubierto en agosto de 2013 organizando una orgía en su residencia parroquial, donde un prostituto sufrió un infarto, y se negó a que se llamara a emergencias.

En Estados Unidos, la hipocresía también ha sido evidente con el caso del republicano Roy Ashburn, quien después de 14 años de oponerse a los derechos homosexuales, reveló su propia homosexualidad tras ser visto en un bar de ambiente.

Este fenómeno no se limita a la política y a la religión; también se observa en otros ámbitos. El fiscal anticorrupción colombiano Luis Gustavo Moreno, grabado exigiendo sobornos, y el médico antivacunas italiano Pasquale Bacco, que luego se disculpó por sus posiciones anticientíficas, son ejemplos de cómo la hipocresía se manifiesta en diversos contextos.