En los municipios valencianos de Paiporta, Aldaia, Chiva y Catarroja, entre otros, se respira inquietud y temor tras el anuncio de una nueva DANA. El recuerdo de las inundaciones de hace apenas dos semanas sigue fresco, y aunque los daños aún no han sido totalmente evaluados, los pronósticos de un nuevo episodio de lluvias intensas han puesto en máxima alerta tanto a los vecinos como a las autoridades.

La principal preocupación no es solo la repetición del drama vivido, sino que las infraestructuras de drenaje y alcantarillado, ya de por sí colapsadas y desgastadas por las lluvias anteriores, están en condiciones críticas. Desde hace días, un amplio dispositivo de voluntarios, junto a miembros de las Fuerzas Armadas, bomberos y personal de Protección Civil, trabaja a contrarreloj para vaciar y despejar el sistema de alcantarillado, que quedó saturado con toneladas de barro seco y residuos arrastrados por el torrente. Sin embargo, con la llegada de nuevas lluvias, existe el riesgo de que las calles vuelvan a anegarse.

Según datos de la Conselleria de Transición Ecológica, al menos 34 municipios presentan daños graves en sus redes de alcantarillado. En estos lugares, la combinación de terreno embarrado con las lluvias podría desencadenar un nuevo colapso de las alcantarillas, lo que no solo causaría inundaciones, sino que también supone un riesgo para la salud pública, ya que las aguas residuales podrían rebasar el sistema de drenaje.

Desde las primeras gotas de lluvia, en localidades como Chiva, Paiporta y Catarroja, los vecinos no han cesado en sus esfuerzos por reducir el riesgo. Equipos de limpieza y personal de emergencia han continuado las labores para despejar los colectores y permitir que el sistema filtre la mayor cantidad de agua posible. No obstante, la presión sobre las alcantarillas y conductos sigue siendo alta, y los ayuntamientos han hecho un llamamiento a la ciudadanía para que tomen medidas de prevención, especialmente en plantas bajas, sótanos y garajes. En algunos casos, se ha recomendado a los vecinos colocar tablas y barreras de madera o incluso tapiar puertas y accesos para evitar que el agua entre de nuevo en sus hogares.

Preocupan los barrancos, ríos y embalses

En Aldaia, la preocupación se concentra en el Barranco de la Saleta, cuyo sistema de compuertas fue destruido. En su lugar, las autoridades han instalado más de 300 toneladas de sacos de arena a modo de dique improvisado para contener una posible crecida. Este sistema temporal, aunque efectivo, no ofrece las garantías necesarias para proteger a los vecinos en caso de un aumento brusco del caudal.

La situación de los barrancos y ríos de la zona es otro de los motivos de alarma. Barrancos como el del Poyo o el río Magro, que se desbordaron, ahora presentan terrenos irregulares y acumulaciones de sedimentos que dificultan la previsión de su comportamiento frente a una nueva subida de agua. Durante las últimas horas, maquinaria pesada ha sido desplegada en distintas zonas para limpiar cauces y facilitar el paso del agua en caso de una nueva crecida, aunque el riesgo de desbordamiento permanece.

Además, el embalse de Buseo, una de las infraestructuras afectadas por la última DANA, está siendo vigilado de cerca por drones de la Unidad Militar de Emergencias (UME). En su momento, el embalse tuvo que realizar una liberación de agua controlada para evitar el desbordamiento, y aunque las autoridades aseguran que actualmente se encuentra a la mitad de su capacidad, la vigilancia es constante ante el temor de que la situación empeore.

Mientras los vecinos intentan proteger sus propiedades y retomar sus vidas, la amenaza de una nueva emergencia está presente y aumenta la incertidumbre en una zona que aún no ha podido recuperarse de los daños previos.