La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Diaz Ayuso, dice que se ha hartado y que el viernes no se reunirá con Pedro Sánchez en La Moncloa. Es la primera vez en democracia que un presidente autonómico no acude. Pero Ayuso dice que le han insultado y atacado constantemente.

Además, su novio ha puesto ya 11 querellas por injurias y calumnias. Pide 150.000 euros contra el presidente del Gobierno y el ministro de Justicia por llamarle "delincuente confeso" a lo que se sumarían otras querellas al PSOE, a Más Madrid, al diputado José Zaragoza, al director de comunicación del PSOE, a la ministra Diana Morant o a la ministra María Jesús Montero. En total casi 300.000 euros. El acuerdo al que llegó con la Fiscalía fue de 8 meses de cárcel y 525.000 euros de indemnización.

Esta es la última batalla de la guerra Sánchez-Ayuso, Ayuso-Sánchez. Una guerra que ambos utilizan. Una historia de desencuentros, provocaciones y desconfianza mutuo que arranca en plena pandemia. Fue la primera de las dos únicas veces que se han reunido en estos cuatro años. Tuvo lugar en la sede de la Comunidad de Madrid y ante un escenario milimétricamente pensado por el equipo de la presidenta. Con un distanciamiento camuflado entre medidas restrictivas y Ayuso convertida en la voz autonómica que encarnaba la rebeldía de las comunidades contra el Gobierno.

Dos días después revalidó su mandato. Así que su primera visita institucional a La Moncloa supondría el segundo y último encuentro con el presidente. Aún era pandemia, de ahí que se saludasen chocando los puños, y con los indultos a los presos del procés como telón de fondo.

Desde entonces, los presuntos casos de corrupción han servido a uno y otro como recurso fácil contra el contrario. Uno de los más sonados fue la causa, ya archivada, contra el hermano de Ayuso que llevó a la salida de Casado. De esa causa el presidente echó mano en su discurso el día de su investidura provocando la reacción inmediata en Ayuso desde la tribuna de invitados. Lo que para muchos era un claro "hijo de puta" ella lo justificó como "me gusta la fruta".

Ayuso se convirtió en la oposición beligerante al 'sanchismo'. Desafió al Gobierno invitando a Madrid al presidente argentino en medio de una crisis diplomática con el Gobierno. En su discurso azuzó también contra la causa que afecta a la esposa del presidente. La chispa entre ambos, con descalificaciones e insultos hasta ahora dosificados, estallaba en la última semana. Si en algo coinciden es en su estrategia política. En mostrarse como las víctimas de provocaciones continuas que a ambos convienen.