Cinco décadas después

El 'shock Nixon' como espejo: medio siglo después, Trump repite la jugada

Entre líneas
Frente a la amenaza, la Casa Blanca lanza advertencias a sus aliados y deja claro que, cuando se trata de defender sus intereses, las reglas del juego siempre pueden cambiar.

El 'shock Nixon' como espejo: medio siglo después, Trump repite la jugada

Por segunda vez en poco más de medio siglo, el mundo asiste perplejo a un giro abrupto desde Washington, que desafía los pilares del orden económico global. Estamos viviendo el 'shock Trump', una reedición moderna del golpe que sacudió al planeta en 1971, cuando Richard Nixon —el presidente más admirado por Trump— cambió para siempre las reglas del juego internacional.

En aquel verano de hace más de 50 años, Nixon compareció por televisión en horario de máxima audiencia para anunciar una serie de medidas insólitas. Entre ellas, la más trascendental: suspender la convertibilidad del dólar en oro. El dólar, hasta entonces respaldado por reservas metálicas bajo los acuerdos de Bretton Woods, dejaba de tener anclaje físico.

Era el fin de la era dorada del patrón oro. A eso sumó un arancel del 10% a todas las importaciones y controles temporales de precios. Todo, sin consultar ni advertir a sus principales aliados. "Suspendo temporalmente la convertibilidad del dólar u otros activos en defensa", proclamó Nixon el 15 de agosto de 1971.

Era el principio de una nueva era. Y lo hizo con un enfoque profundamente nacionalista, justificando su decisión como un acto de soberanía para defender al trabajador estadounidense frente a un mundo —decía— que se aprovechaba de la generosidad de EEUU. Japón y Alemania eran su principal preocupación: dos socios, sí, pero también potencias exportadoras que estaban erosionando la balanza comercial norteamericana.

Nixon, el antecedente

La filosofía que imperaba en su administración —según uno de sus asesores más cercanos— era clara: "Todos los extranjeros quieren perjudicarnos y nuestro cometido consiste en perjudicarlos primero". Una lógica de confrontación que hoy suena demasiado familiar.

Donald Trump ha resucitado esa visión. Su política exterior y comercial se basa en la sospecha, el enfrentamiento, la imposición de condiciones y el rechazo sistemático de cualquier multilateralismo. Como Nixon, Trump tampoco tiene reparos en castigar a aliados históricos si considera que no están rindiendo como deberían. Canadá, Alemania, Japón o incluso la Unión Europea han sido blanco de sus aranceles, presiones o amenazas.

En su primer mandato, Trump ya desató una guerra comercial con China que alteró las cadenas de suministro globales. Ahora, en plena carrera electoral y tras consolidar un relato de "victimismo económico", ha intensificado esa estrategia.

La Casa Blanca ha vuelto a anunciar subidas arancelarias, endurecer restricciones tecnológicas y condicionar tratados bilaterales a demandas cada vez más estrictas. Todo en nombre de proteger al trabajador estadounidense… incluso si eso supone dinamitar la estabilidad global.

De Nixon a Trump: los efectos de un giro radical

Las consecuencias del 'shock Nixon' fueron profundas: inflación, escasez de productos, desconfianza en el dólar y una recesión global. Solo cuatro meses después, el Gobierno estadounidense tuvo que dar marcha atrás parcialmente mediante los Acuerdos del Smithsonian, que redibujaron el sistema monetario, pero no calmaron del todo el pánico.

Desde entonces, el dólar pasó a ser una moneda fiduciaria, sostenida por la fe y la hegemonía estadounidense, no por oro. El mundo cambió.

Aquella crisis dejó otra herencia: la búsqueda de alternativas al dominio del dólar. Muchos economistas ven en esa etapa el germen de lo que décadas después sería el nacimiento del euro: una moneda común pensada como escudo europeo frente a las decisiones unilaterales de Washington.

Hoy, las decisiones de Trump vuelven a provocar miedo en los mercados y malestar entre sus socios. Ahora la pregunta ya no es si el 'shock Trump' cambiará el mundo. Es cómo, y a qué precio.