El uso de astucia para engañar al enemigo ha sido una táctica recurrente a lo largo de la historia. Un ejemplo claro se vivió durante la Guerra Fría, cuando Estados Unidos logró engañar a la Unión Soviética mediante la 'Operación Intering'. En un intento por obtener tecnología avanzada estadounidense, los rusos acabaron comprando chips manipulados, que apenas rendían una fracción de su capacidad real. Esta tecnología defectuosa, diseñada para parecer puntera, fue copiada por la URSS, lo que retrasó su desarrollo tecnológico en varios frentes.
El uso de la tecnología como trampa también se ha visto en Oriente Medio, cuando Israel logró eliminar a un líder de Hamás mediante un teléfono móvil modificado. El líder de Hamás era conocido por no usar teléfonos móviles propios, pero uno de los dispositivos que usó, tras ser enviado a reparar, fue devuelto con un explosivo oculto. Israel lo detonó a distancia, eliminando a un importante ingeniero de la organización.
España aplicó una táctica similar en la 'Operación Sokoa'. En una colaboración sin precedentes entre el Ministerio del Interior español y Francia, lograron asestar un duro golpe a ETA. Todo comenzó cuando se les vendió dos misiles equipados con rastreadores a la organización terrorista. Los misiles fueron guardados en la fábrica de muebles Sokoa en Hendaya. Y gracias a los rastreadores, la policía descubrió un arsenal de armas. Este hallazgo permitió la detención de varios miembros importantes de ETA, incluido uno de sus fundadores, Julen Madariaga.
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Nuestra mente en recesión
El cerebro humano, más eficiente que cualquier ordenador, enfrenta su mayor desafío: la sobrecarga de estímulos
El contexto Durante el siglo XX, los test de inteligencia confirmaron que los humanos íbamos siendo cada vez más inteligentes. En lo que va de siglo, se ha producido un parón. Ya no somos más inteligentes, e incluso en algunos países, hay un descenso en los resultados.