Este martes en Moscú, Vladímir Putin se ha convertido en presidente de Rusia nuevamente, marcando un hito histórico al asegurar su mandato hasta 2030. Esta extensión lo coloca como el líder ruso que más tiempo ha ostentado en el poder, después de Iván 'el Terrible' y Catalina II 'la Grande', e incluso superará al dictador comunista Iósif Stalin.
A pesar de que el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, dijo que asistir a la investidura del presidente ruso sería una "contradicción" para la Unión Europea, a la ceremonia en el Salón del Trono de San Andrés, en el Kremlin, han asistido los embajadores de Hungría, Eslovaquia y Francia.
¿Cómo ha sido la ceremonia?
Putin, con rostro serio y gesto firme, y tal y como manda la tradición, ha entrado a las 12:00 del mediodía al Salón de San Andrés para ser recibido por un pasillo de asistentes entregados a su líder. A diferencia de años anteriores, no hubo gestos de complicidad ni tarareos durante el himno nacional.
En su discurso, breve -seis minutos y 40 segundos-, ha destacado la disposición de Rusia para ser un socio fiable y honesto en la arena internacional, aunque solo tres representantes de Occidente estuvieron presentes.
Tras su discurso, la Guardia Presidencial ha rendido honores en la Plaza de las Catedrales, seguidos de un desfile militar donde han comenzado diciendo: "Buenos días, compatriotas, te saludamos, señor Presidente de la Federación Rusa". Putin ha corroborado que sus militares más cercanos siguen a sus órdenes.
Antes de terminar la ceremonia, Putin ha sido bendecido por el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa y ahí el presidente se ha sacado un pañuelo para secarse el sudor, este ha sido el único momento fuera de protocolo que se le ha permitido.
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La ceremonia ha contado con las medidas de seguridad más espectaculares jamás antes adoptadas en una toma de posesión en Rusia, se han instalado lanzaderas de defensa antiaérea adicionales y se ha reforzado el sistema de guerra electrónica para neutralizar posibles drones. Además, la Policía ha recibido la orden de revisar todos los edificios residenciales ubicados en el centro de la capital y en las principales vías públicas.
