Una partida, pero no con tablero
Trump juega al 'Risk' con el planeta: sus primeras decisiones coinciden con los pasos para ganar al juego
Jugador nivel experto El presidente de EEUU sabe que Groenlandia es un territorio clave; que dominar tu continente implica someter a tus vecinos, como ha hecho con Canadá y México; y que en ocasiones, es necesario firmar alianzas temporales para resolver problemas, como con Ucrania.
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Donald Trump sigue moviendo sus fichas, pero ahora lo hace con una estrategia de 'ojo por ojo' arancelario. El presidente de Estados Unidos propone un sistema de represalias comerciales que afecta de manera directa a los países que imponen altos aranceles a productos estadounidenses, como ocurre con Europa en el caso de los coches. Mientras que los europeos pagan solo un 2,5% de aranceles en EEUU, los estadounidenses enfrentan un 10% al importar autos a Europa. La respuesta: aplicar la misma regla a todos.
Trump está jugando sus cartas como si estuviera en medio de una partida de 'Risk', el famoso juego de mesa de estrategia global. Desde su llegada al poder, ha cumplido con las jugadas fundamentales para 'conquistar' el planeta, tomando decisiones que parecen seguir un patrón claro.
Una de las claves para ganar al 'Risk' es controlar Groenlandia, un territorio estratégico que, curiosamente, Trump quiere. Lejos de ser una simple excentricidad, su ambición por tomar Groenlandia refleja la importancia del dominio en puntos clave del mapa mundial. Además, en el juego, Groenlandia pertenece a América.
Controlar las fronteras y someter a los vecinos es otro paso crucial, y Trump lo ha ejecutado a la perfección. Con amenazas sobre Canadá y México, busca un control total sobre América del Norte. La advertencia sobre Canadá, de convertirse en el 'estado 51', se complementa con un ataque arancelario al comercio mexicano y una insistencia en recuperar el control del Canal de Panamá, punto vital para el comercio global.
El principio del 'Risk' también dicta que quien ataca tiene ventaja, pero las invasiones pueden provocar respuestas inesperadas. La hipotética toma de Groenlandia o el Canal de Panamá podría desatar una guerra con China, que no dudaría en invadir Taiwán para dominar su continente, alterando el equilibrio global.
El control de fuerzas y no dispersarse es otra regla en este juego, y Trump lo sabe bien. Ha apostado por reducir el gasto en defensa de Europa, exigiendo que los europeos paguen más por estar en la OTAN, a la vez que amenaza con retirar la protección si no cumplen.
En cuanto a la diplomacia, Trump no es ajeno a usarla cuando es necesario. En el caso de la guerra en Ucrania, ha buscado negociar una paz que no interfiera con sus ambiciones geopolíticas. Firmar alianzas temporales con jugadores clave, como los de América Latina, le permite mantener sus movimientos más arriesgados bajo control.
Sin embargo, el peligro de esta estrategia es la arrogancia que suele acompañar al éxito. Los aliados tradicionales de Estados Unidos comienzan a ver al país más como un riesgo que como una fuente de estabilidad. Japón, Corea del Sur y Taiwán podrían estar considerando sus propias opciones nucleares, alejándose de la dependencia de la protección estadounidense.
Trump continúa moviendo sus fichas, pero sus jugadas están dejando a un mundo cada vez más dividido, donde sus aliados de ayer podrían convertirse en sus rivales de mañana. La partida de 'Risk', al parecer, está lejos de terminar.