Trump quiere un país sin ataduras, ¿puede EEUU prosperar aislado del mundo?

Quedan horas para que el presidente de Estados Unidos revele su esperado anuncio sobre los aranceles masivos, que, según él, devolverán a América a una era dorada de autosuficiencia. El 'Día de la Liberación de Trump' ya es una fecha marcada en rojo en los calendarios de gobiernos, empresarios y mercados de todo el mundo.

Este miércoles, Trump anunciará una nueva serie de tarifas que se centran en lo que se ha denominado el 'Big Five': cinco sectores clave que son el núcleo de la economía estadounidense y los pilares fundamentales de la política republicana. Automoción, metales (aluminio y acero), semiconductores, industria farmacéutica y madera se convierten en el objetivo de esta ofensiva proteccionista que busca redefinir el panorama económico tanto a nivel nacional como internacional.

La promesa de Trump es clara: traer de vuelta a estas industrias a EEUU con una retórica que resuena con los ecos de su mandato anterior, el presidente subraya que el objetivo final es hacer de Estados Unidos una nación completamente autosuficiente, capaz de depender únicamente de sí misma para su prosperidad. Pero, ¿es realmente viable que un país de las dimensiones de EEUU pueda ser autosuficiente sin sacrificar su competitividad, su crecimiento y su lugar en la economía global?

¿Puede Estados Unidos ser autosuficiente?

El proteccionismo extremo que defiende Trump tiene antecedentes… y no todos terminaron bien. Su referente, William McKinley, impuso los aranceles más altos en la historia de EEUU a finales del siglo XIX. El resultado: inflación disparada, fuga de industrias y un desplome del comercio internacional.

Hoy, la situación es distinta, pero la lógica económica se mantiene. Incluso con su vasto territorio, recursos naturales y estabilidad institucional, EEUU no podría sostener una autosuficiencia total sin sacrificar calidad de vida, aumentar costos de producción y disparar la inflación.

La pandemia de COVID-19 fue un recordatorio brutal de las vulnerabilidades de las cadenas de suministro globales, y Trump apunta a ese colapso como justificación para su enfoque proteccionista. Los estantes vacíos y las dificultades en el abastecimiento de productos básicos expusieron una debilidad crítica: la dependencia de mercados externos.

¿Un modelo de autarquía como el de Corea del Norte o Cuba?

Para comprender mejor las consecuencias de una política de autosuficiencia extrema, basta con mirar ejemplos de países que han intentado cerrarse al mundo. Corea del Norte, Cuba y Bután son algunos de los países que han adoptado modelos autárquicos por diversas razones, ya sean ideológicas, políticas o de seguridad nacional.

Los resultados, sin embargo, son más que elocuentes: escasez de productos, estancamiento en la innovación tecnológica y una dependencia creciente de la inversión extranjera, que rara vez se materializa debido al aislamiento económico.

Corea del Norte ha optado por un régimen económico cerrado para proteger su régimen, pero esto ha tenido como consecuencia el deterioro de su calidad de vida y el retraso tecnológico. Cuba ha luchado durante décadas contra los efectos de un embargo económico y una falta de acceso a bienes y servicios esenciales. Bután, que impone restricciones severas para preservar su cultura, también sufre limitaciones en su desarrollo económico.

La comparación con estos países, aunque no es directa, es significativa: ¿quiere EEUU seguir ese camino? A pesar de su potencia, el modelo autárquico nunca ha funcionado de manera efectiva para países grandes con aspiraciones globales. De hecho, la historia ha demostrado que la integración y cooperación internacional, junto con una apertura económica, son las claves para mantener el crecimiento y el desarrollo sostenible.