J.D Vance, conocido por sus críticas anteriores a Donald Trump, ha logrado lo que pocos imaginaban: ser perdonado y elegido como vicepresidente del expresidente. Según una investigación detallada del 'New York Times', la transformación de Vance de crítico a aliado cercano de Trump se fraguó en una serie de movimientos estratégicos inteligentes y bien calculados.
El punto de inflexión ocurrió en una reunión en Mar-a-Lago, la lujosa mansión de Trump en Palm Beach. Durante este encuentro, ambos discutieron abiertamente sus diferencias y Vance aprovechó la oportunidad para pedir perdón. Este acto de humildad fue el inicio de su camino hacia la redención y el eventual apoyo de Trump.
El 'New York Times' destaca varios factores clave que facilitaron el perdón de Trump. Primero, las apariciones televisivas de Vance. Su habilidad como orador ágil y carismático impresionó a Trump, quien valora mucho la capacidad de debate y confrontación pública, llegando incluso a compararlo con un "asesino en los debates", una cualidad que él mismo admira.
En segundo lugar, el aspecto físico de Vance jugó un papel crucial. Tras adoptar un régimen de ejercicios y mejorar su apariencia, Vance comenzó a correr largas distancias, lo que resultó en una notable pérdida de peso. Trump, conocido por su atención a la imagen personal, elogió en privado la barba bien cuidada y los trajes mejor ajustados de Vance, viéndolo como una muestra de disciplina y compromiso.
Finalmente, Vance adoptó una actitud discreta pero efectiva. A diferencia de otros políticos que constantemente buscan la aprobación y favores de Trump, Vance mantuvo un perfil bajo, evitando llamadas innecesarias y peticiones constantes. Esta estrategia de no molestar a Trump resultó ser un movimiento acertado que cimentó su posición como un aliado confiable y no demandante.