Esta semana es crucial para Estados Unidos, es un momento de gran tensión. Cada palabra importa, moviliza, enfada, crispa, tensa o destensa. ¿Qué Trump nos encontraremos por primera vez tras el atentado? Un expresidente menos áspero de lo habitual, algo más amable. Lo ha anunciado él mismo en una entrevista: "Había preparado un discurso muy duro, muy bueno, sobre la administración corrupta y horrible (...) Pero lo tiré a la basura". Dijo que se estaba preparando un nuevo discurso porque quiere "intentar unir" a Estados Unidos.

Hay un cambio en el guion de Trump tras el atentado. Antes, el expresidente era el instigador del odio, ahora se ha convertido en una víctima de la violencia política y con su reacción se ha convertido en un héroe. Por ello, de momento, no puede ir generando el mal, le toca difundir el bien y seguir recogiendo lo que le ha dado el atentado electoralmente: amarrar el voto entre los más convencidos, ganar voto de los suyos más dudosos y calar en otros sectores más reacios. Está de momento en una posesión comedia que, como señala el analista Pedro Rodríguez, puede ser una pose.

Joe Biden es otra víctima de este atentado. El presidente basaba su campaña es señalar lo mentiroso y corrupto que es Trump. Atacar ahora, a la víctima de un atentado, no es bonito, por lo tanto, toca ser amable. Lo ha sido en sus declaraciones y lo ha reconocido el propio Trump en una entrevista: "fue muy amable, la campaña podría ser más civilizada".

Los expertos anticipan que, aunque Trump actualmente parece evitar confrontaciones directas con Biden, esto podría cambiar con el tiempo, especialmente si Biden se retira de la contienda presidencial y Kamala Harris asume un papel más prominente. La incertidumbre política se mantendrá hasta la convención del partido, programada para el 19 de agosto, momento en el que se podrían revelar nuevos desarrollos en la estrategia electoral de ambos partidos en Estados Unidos.