Después de varios días de grabaciones y conciertos, El Morad llega a casa. Ahí está su madre, con todo preparado para que su hijo se relaje y se alimente bien.

"Estoy cansado", confiesa Morad mientras se tumba en el sofá apoyando la cabeza en las piernas de su madre. "Ven algún día a pasar la noche con nosotros", le dice su madre para que así pueda descansar y comer mejor que últimamente le ve más delgado.

Para relajarse, mientras su madre le acaricia la cabeza, Morad le pide que ponga el Corán: "Pon el Corán un poco en la tele". Así, su madre coge el mando y de fondo se escucha cómo recitan el Corán.

"Echo de menos estos momentos, hijo", confiesa su madre, quien está segura de que Dios ayudará a Morad y sus hermanos.

"Mi música no tiene raza, es para todos"

Jordi Évole pregunta a Morad por su agenda de conciertos: "Londres, París, Berlín, Roma, Copenhague... ¿vas a hacer un concierto a Copenhague y lo petas?". "Como España, no, pero estamos bien", afirma el rapero, que reflexiona sobre su éxito internacional: "Al fin y al cabo, tengo la suerte en Europa, tú sabes que soy árabe, soy marroquí. Hay marroquíes en todos los lados y como los españoles, todo el mundo, por uno de su país, eres su orgullo, de su bandera. Y cuando además, eres bueno y llevas su bandera lo más lejos posible, te van a querer hasta la muerte".

"Mi música no tiene raza, es para todos": el alegato a la diversidad cultural de Morad, la estrella española de origen marroquí
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