Los hermanos Muñoz no han dudado en sacar su Ford Escort y, esta vez, para evitar problemas con cualquier otra distracción (ya sabemos todos que una vez este coche se quedó sin parachoques por culpa de la raja de tu falda un Seat Panda) lo han subido en una grúa de Producciones Del Barrio para ficcionar su paseo por el desierto de Los Monegros.

Es el primer programa de la nueva temporada de Lo de Évole y aquí no hay entrevistas. No hay Estopa. Hay tres amigos. Tres chavales de Cornellà que han ido creciendo sin darse cuenta. Tres hijos. Tres hermanos. Tres padres. David, Jose y Jordi.

En los años 80 solo les separaban unos años de diferencia y unos metros entre los bloques donde vivían en el barrio. Han compartido muchos escenarios de Cornellà y, una vez crecieron, la vida les juntó con una bonita relación de amistad. Ahora están, como ellos dicen, "dándole la vuelta al jamón" y aunque Jordi sea más realista, Jose asegura que si siguen jugando a la consola no se harán viejos.

Pero los tres ya se han pasado varias pantallas. Los achaques ya empiezan a aparecer y palabras como "colesterol", "colonoscopia", o "próstata" se meten en sus conversaciones: "Un amigo mío decía que ya tiene una edad que mea en morse", bromea Jose. Entre tantas risas, Jordi Évole ya había avisado a sus colegas de que debido a la cataplexia podía desmayarse, para que estuviesen pendientes. Pero, tras este aviso, un repentino y fuerte abrazo de Jordi a David, agarrándose a él mientras le repetía una y otra vez "Cógeme", no le pareció al vocalista de Estopa suficiente para darse cuenta de que Jordi estaba a punto de caerse al suelo: "Yo pensaba que se me estaba poniendo tontorrón".

Estos tres amigos se confiesan en la 'road movie' entre platos combinados de un bar de carretera. En este viaje no hay "operación Portada" que valga, no se cuentan las calorías por plato, y un arroz a la cubana con huevos fritos le sirve a David para mojarse y contar su paso por el psiquiatra: "Hubo una época, en plena movida, donde me despertaba y decía 'Joder, otra vez'". Y no les parece extraño ya que Jordi confiesa que entre los 40 y 45 años estuvo "muy sufridor, con miedo y muy mal". "Soy un tío optimista y alegre, pero he estado en el puto pozo", asegura Évole.

Bien saben los tres que la vida les ha demostrado en varias ocasiones cómo cura la música, por eso el radiocassette se vuelve también imprescindible en su paseo. 'Eva tomando el Sol', o 'Y Si Amanece por Fin', de Sabina; y 'La Fábula Del Hombre Lobo Y La Mujer Pantera', de La Cabra Mecánica, les sale de forma espontánea. Mientras entonan hasta las comas de la letra, sus caras reflejan cómo en la mente viajan a sus recuerdos. Recuerdos de tiempos pasados donde "cualquier tipo de lujo era bien celebrado". Por ello, David no entiende el éxito de este tal... Bizarrap. Aunque pronto se da cuenta de que el problema no es de este "¿rapero?": "A mi hijo le encanta", "Al mío también", "Y al mío". Triple.

La autenticidad de Los Estopa

Ejerciendo de guardia civil, Albert Pla les demuestra en su viaje que nunca es tarde para reinventarse, ¡quién se lo iba a decir! "Cuando ibas de cura me gustabas más", le responde Jordi al conocer que les está multando por un pequeño exceso de velocidad. Esta vez no saltó el 'Airbag', como en la película de Juanma Bajo Ulloa de 1997, y los tres amigos eligieron 'morir' al intentar sobornarle para borrar la 'receta'. Como antaño.Sin éxito.

Y es que a pesar de los innumerables reconocimientos de los tres, David, Jose y Jordi siguen siendo los de siempre. El pequeño de los Muñoz cree que culpa de ello son sus parejas, con quienes llevan muchos años compartiendo la vida: "Son pre-fama". Ambos explican que ellas son sus raíces, las que les han "agarrado al suelo". "A lo mejor sales del Palau Sant Jordi, con millones de gargantas gritando, y tú llegas a casa y te dicen: 'Los deberes del niño'. Y tú dices: 'No, los deberes del niño no, eso es para humanos'", bromea David.

Los tres son padres, alguno más "blandengue" que otro, y se cuentan los cursos de sus hijos convirtiéndolos a la ley de Educación pasada. Intentan sentirse cómodos hablando de 'Primero de Bachillerato', cuando lo que les nace sin pensar es "Tercero de BUP". Los tres vieron morir a la EGB y se sienten culpables de no haber podido disfrutar la infancia de sus hijos como les hubiese gustado: "Cuando estaba en una grabación, veía a parejas con los niños y pensaba '¿Qué cojones hago aquí?'. No podía verlo", confiesa Jordi. "Por eso nosotros no hemos hecho carrera en América. Nos íbamos tres semanas y lo pasábamos fatal", responden los Muñoz.

También son hijos. Compartiendo habitación en un hotel de carretera, viendo un partido de fútbol, entre cerveza y cerveza salen hasta las confesiones que no quieres contar. Desde la admiración absoluta que tienen a sus padres, Jordi recalca cómo en su entorno ya hay muchos amigos que tienen que hacerse cargo de los cuidados de sus mayores: "Ducharles, ponerles un pañal… Nos va a tocar cuidar como hemos sido cuidados". Jose sufre cuando los suyos cogen el coche para irse al pueblo y su padre sigue quitándole importancia: "Feliciano va también y tiene mi edad". Y David solo espera estar a la altura: "La capacidad de no quejarse, no dormir, de ir al hospital... Admiré a mi mujer cuando la vi cuidar de su padre".

Y, por encima de todas las cosas, son hermanos. "De pequeños meábamos los dos a la vez, cruzábamos los chorros. En el bar de mis padres, uno enjabonaba y otro aclaraba", cuenta Jose, el "consonantista". Sabe que en su carrera musical el foco está puesto en su hermano y le gusta: "Estoy cómodo donde estoy. No hay celos, ni envidia. (...) Uno tiene lo que le falta al otro y viceversa". Se adoran, pero no se lo dicen. Es "costumbre": "Somos unos lloricas pero no nos decimos que nos queremos", dice David. Jordi también se acuerda de Lourdes, su hermana: "No soy de abrirme en canal, pero con ella sí. Me abrazo mucho con mi hermana".

Cuando quedan apenas unos minutos para acabar este estreno de temporada, Jordi y David brindan con café con leche y otro cortado. De fondo, suenan las 'tragaperras' en la cafetería del motel. Hay que volver. Los tres se suben de nuevo en el Ford Escort.

Y esta historia de un viaje de tres amigos que pueden ser David, Jose y Jordi al igual que Pepe, Paco y Manuel acaba con un pedo. Pero no el pedo que imaginas. No como el que le hizo vomitar a David por el balcón mientras su abuela decía que "anoche olía a vino". Un pedo que se le escapa a David al coger el volante. Un pedo que les devuelve otra vez a su infanciay que les hace llorar de la risa (y a Jordi le provoca otro ataque de cataplexia): "¡Que le ha 'dao'!".

El sábado pasado, Clara Lago decía en su discurso de Los Goya que "el cine nos invita a empatizar con historias de otros y, a través de ellas, ensayar la nuestra". Eso es 'David, Jose y Jordi', el estreno de temporada de Lo de Évole. Cine.