El caso de Daniel Sancho en Tailandia ha generado un enigma judicial rodeado de misterio y restricciones. Con un acceso limitado al juzgado, los pocos presentes han quedado impactados al presenciar a Sancho engrilletado de pies y manos mientras enfrenta los cargos en su contra.
El hermetismo del juicio ha alcanzado niveles extraordinarios, especialmente en el primer día de audiencia, donde el juez ha decretado un juicio a puerta cerrada, negando el acceso a periodistas y restringiendo cualquier tipo de divulgación sobre lo que sucede dentro de la sala. Un incidente ha provocado un receso, cuando el juez decidió que nada de lo que ocurriera en el interior debía ser compartido.
Las restricciones para ingresar al juzgado son rigurosas: los asistentes deben cubrirse los hombros, usar calzado cerrado y pantalones, y se prohíben grabaciones y fotografías. Sin embargo, se permite tomar notas, aunque tras el incidente, retener la información en la memoria se ha vuelto crucial.
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Juango Espina, asesor legal de la familia Arrieta, ha comentado al salir del juicio que Daniel Sancho estaba tranquilo "sin signos de arrepentimiento, defendiendo su versión de los hechos". Además, ha confirmado que "la imagen de verlo atado de pies y manos" ha sido impactante. Por último, el asesor ha dicho que "Sancho ha reconocido su responsabilidad en el ocultamiento del cadáver" pero "sigue negando haber cometido un asesinato".
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