Carrera multitudinaria
Carreras ilegales bajo la intensa lluvia de Madrid: velocidad de vértigo y derrapes a escasos metros del público
Los detalles Cientos de asistentes se agolpan a los lados de una escasa recta de un polígono de Madrid. Su única intención es presenciar y participar en la temeridad de ponerse a altas velocidades derrapando. Se graban ellos mismos desde dentro de los vehículos a alta velocidad y a escasos centímetros unos de otros.

Resumen IA supervisado
En Madrid, carreras ilegales desafían el frío y la lluvia, organizadas en secreto para evitar a la policía. Cientos de personas se reúnen en polígonos para ver coches derrapando a alta velocidad. La adrenalina crece con la poca visibilidad, aumentando el peligro. Carlos Soria conoce bien las consecuencias: su hija Marta murió atropellada por corredores imprudentes. Desde entonces, lucha por endurecer las penas y que estos actos se consideren homicidio doloso.
* Resumen supervisado por periodistas.
Es una noche fría y lluviosa en Madrid. Todo parece en calma hasta que llega la medianoche. Ni la lluvia ni el frío son un impedimento para celebrar una carrera ilegal en la capital. A través de redes sociales, los organizadores calientan motores. Animan a sus seguidores a ir a las concentraciones advirtiendo que habrá lanzadas, como ellos llaman a las carreras, y junto con ello presenciarán derrapes a escasos centímetros del público.
La ubicación, dicen, la pasan una hora antes del acontecimiento para que la policía no se lo reviente. Y, por supuesto, lo facilitan por un chat privado, no pueden compartirlo a todo el mundo porque saben que lo que hacen es ilegal.
Cientos de asistentes se agolpan a los lados de una escasa recta de un polígono de Madrid. Su única intención es presenciar y participar en la temeridad de ponerse a altas velocidades derrapando mientras el público, inconsciente de su imprudencia, los jalea sin parar.
La lluvia comienza a ser incesante y la visibilidad se reduce hasta el punto de no ver absolutamente nada por la luna del coche pero esto no les da miedo, sino todo lo contrario, más adrenalina y más peligro.
Las consecuencias de estas carreras ilegales no son un juego. Carlos Soria lo sabe y lo vive con tortura desde hace casi nueve años. Su hija Marta murió embestida por quienes él llama "terroristas de la carretera". Circulaban haciendo una carrera a 160 kilómetros por hora, con las luces apagadas, en plena noche e invadiendo el carril contrario. Marta no pudo hacer nada para esquivarlos y para no perder la vida. Hace un año este conductor condenado por homicidio se dio a la fuga en un permiso penitenciario.
El padre de Marta lucha desde entonces por que se cambie la ley y con ello las penas en el Código Penal. Reclama que este tipo de delitos se consideren homicidio doloso, y no imprudente, puesto qué, según cuenta con los ojos llenos de lágrimas, los "terroristas de la carretera" qué mataron a su hija de tan sólo 27 años, eran perfectamente conscientes de que lo qué hacían era ilegal y muy peligroso.