Mariano Ganso lleva media vida haciendo el camino hasta la Bolsa. Al llegar, como cada día, ha cruzado la puerta y se ha encontrado con que la Bolsa de Madrid es ya casi un museo viviente gracias a esos pocos accionistas y brokers que hacen sus operaciones desde aquí.
El ambiente nada tenía que ver con esa alegría de los años 80 en los que los accionistas como Mariano llevaban un cigarrillo en una mano y un lápiz en la otra para dar órdenes a sus brokers. Aunque la reforma del mercado de valores cambió las cosas, en los 90, persisitían esos corrillos, junto a una banca electrónica emergente que, en la década después, ya empezaría a arrasar.
Un viaje en el tiempo hasta que sólo quedan los más leales a las viejas tradiciones. A partir de septiembre, la tarjeta acreditativa ya no les va a servir dado que la Bolsa no les permitirá acceder. Aunque no hablan a cámara dicen que la presencia de los ancianos da una imagen atrofiada de la nuestra realidad bursátil.
Mariano Ganso asegura que una de las razones principales es la celebración de eventos constantemente como aniversarios, entradas en bolsa, etc, por las que, de forma continua, se debe solicitar a los ancianos que abandonen el lugar.