Los chalés están en primera línea de playa y también de polígono. Muchos de ellos están a menos de 200 metros de industrias y tanques de crudo. Los vecinos no se acostumbran a convivir con olor a gasoil.
Por eso estas casas de la playa de Almassora, Castellón, son las más baratas del litoral. Lo dice un informe de una reconocida tasadora. Se construyeron en terrenos agrícolas en plena burbuja inmobiliaria en la que se vendía todo.
Aunque estuvieran junto a un polígono que llevaba allí desde los años 60. El problema llegó cuando las industrias empezaron a crecer a la par que lo hacían las promociones de viviendas. Para Susana Nicolau, alcaldesa: "No se respetaron los metros de separación entre terreno rústico".
Los adosados han pasado de costar 160.000 euros a apenas 70.000. Y eso el que consigue vender. La solución en la que trabaja el Ayuntamiento es crear un parque verde que separe las viviendas del polígono.
"Lo que se pretende es hacer un parque público que minimice los efectos visuales, de ruido y medioambientales", explica Santiago Agustí, concejal de Industria del Ayuntamiento de Almassora.
La valla verde entre los chalés y las industrias cuesta más de cinco millones de euros. El Ayuntamiento con una alcaldesa de Compromís al frente ha pedido a la Generalitat valenciana y al consistorio castellonense, al que pertenece el polígono, que participen en la financiación.
Las empresas petroquímicas allí asentadas como Repsol o Iberdrola, advirtieron en pleno boom urbanístico que no se estaban respetando los límites de dos kilómetros de distancia que entonces se fijaron.
Pero tanto estas denuncias como las protestas de los vecinos sirvieron de poco. En plena fiebre del ladrillo, todo valía. Las casas hicieron de oro a algunos y a otros los dejó viviendo junto al oro, pero oro negro.