La empresa se encuentra en Málaga. Y es la única que fabrica vallas fronterizas con concertinas en toda Europa. "La concertina produce un punzamiento, pero no corta, corta si la presión es muy extrema", explica Antonio Mora, Gerente de European Security Fending.

El Gobierno húngaro es sin duda un buen cliente. Ha encargado 175 kilómetros de alambrada para su frontera con Serbia, quizá porque se ha ahorrado los gastos de instalación, con mano de obra reclusa.

Es la misma valla que hay en la frontera de España con Marruecos. "Es el efecto visual de que hay unos filamentos en la parte superior y que si accedes te puedes hacer daño", es lo que decía el gerente de la empresa en 2013 cuando instalaron las cuchillas en Melilla.

En la empresa, que da trabajo a unas 200 personas, afirman que nunca han recibido ninguna denuncia de una ONG y que ellos no son responsables de lo que haga el cliente con su producto.

Desde Málaga salen diez kilómetros de alambrada al día a más de 30 países de todo el mundo. No sólo para cerrar fronteras, sus vallas protegen instalaciones de seguridad, centrales nucleares o aeropuertos. En España, por ejemplo, los muros de 22 prisiones tienen estas concertinas

Pero volvamos a Hungría. El Gobierno ya ha anunciado que levantará otra valla en la frontera con Rumanía. Son buenos tiempos para el negocio del alambre en Europa.