Hace un mes y medio, veíamos como la canciller alemana explicarle a una niña palestina refugiada que no podía evitar que deportaran a su familia. Ese episodio convirtió a Merkel en la mala de las redes sociales, aunque hace sólo una semana, su estatus cambió al de heroína.

Alemania anunció que no expulsaría a los refugiados de origen sirio, anulando el reglamento de Dublín. Una normativa que obliga a que sea el primer país europeo que pisan los demandantes de asilo el que tenga que tramitarlo.

Los sirios se lo agradecían así en Twitter y Facebook: "Merkel, te queremos, gracias por la suspensión del Reglamento de Dublín. Me encantaría conocerte algún día". "Amamos Alemania". La implicación de la canciller con la situación de los refugiados ha provocado que la ultraderecha la abuchee durante una visita a un centro de acogida.

Aunque también son muchos los ciudadanos alemanes que reciben a los refugiados con los brazos abiertos y pancartas de bienvenida. Alemania es el destino preferido por la mayoría de refugiados que huyen de la guerra. Es el país que más solicitudes tiene de la Unión Europea y también el que más acepta. En 2014, recibió más de 200.000 peticiones y admitió más de 165.000, el 81%.

Los países de la Unión Europea tienen que acoger a 60.000 refugiados este año, y Merkel está haciendo un llamamiento para que todos los estados se impliquen más.

"Los que realmente vienen de un país en guerra y sufren persecución tendrán que ser acogidos mediante un reparto equitativo en función de la situación de cada país y de su fortaleza económica", ha señalado.

Merkel ha advertido a los socios europeos, que si los refugiados no se reparten de forma justa, el espacio Schengen podría ser cuestionado.