Es una estafa sin escrúpulos. Acabó con los ahorros de toda una vida, de muchas vidas: de los necesitados, de los precavidos y de los que confiaron en su banquero de toda la vida. Se aprovecharon de los que no sabían qué leían, o ni siquieran sabían leer. Abusaron de los que firman con huella dactilar porque jamás aprendieron a escribir. No respetaron la edad y tampoco la enfermedad

Hay casos que nos dejan helados. Como el de Carlos y Carmen, invidentes. Depositaron 80.000 euros en las preferentes de Bankia. El banquero ni siquiera les leyó las condiciones del contrato. Lo mismo le sucedió a Eduardo, también ciego. Confió en el empleado de la sucursal, como toda la vida. Le estafaron a él, a su hijo y a su esposa.

A Inmaculada, de Mataró, le quitaron el dinero con el que indemnizaron el accidente de su marido. O a su vecina, Rosa de 80 años. Su marido entregó 36.000 euros con una particularidad: tiene alzheimer. Jamás le hicieron el test de conveniencia, pero confiaron en su banco de siempre. Ahora, Rosa es uno de los casos que han acabado provocando lágrimas como las de una pareja pionera: gracias a la decisión de un juez de Mataró, Rosa recuperará el 100% de lo invertido.

Suerte o justicia que no todos tendrán la ocasión de disfrutar. Tras toda una vida hasta acumular 120.000 euros, José Antonio no podrá ayudar como esperaba a su hijo Joseba de 30 años y en paro. Vidas paralizadas, a la espera de saber con qué cuentan para tirar adelante.