"Se aprovechó, subió, me agarró, me puso contra la pared hasta que ha visto el pecho. Tengo que aprender cómo se abre y como se cierra el sujetador. Y no te muevas, ni respiras, ni hablas y calladita, más te vale, yo lloraba lágrimas". Ha tardado 4 años en denunciar los abusos sexuales por parte del párroco con el que trabajaba, asegura que la tenía completamente dominada.

"Dominada, humillada, insultada y sucia. Un día te coge por la teta por fuera, un día te mete la mano por fuera, ¿quieres o no quieres?” Los abusos sexuales ocurrían en un almacén de la cocina. Ella misma quiso grabar las imágenes no solamente como prueba. No sólo abusaba de ella, también la despreciaba con golpes en el pecho.

"Aprovecha cuando los frailes están bajo o en misa. Sube. ¿Cómo las tienes, grandes o pequeñas? ¡Vaya culo que tienes! Hazme una masturbación", revela esta ciudadana marroquí.

Cuenta que no ha denunciado antes al padre Acacio Pinto porque tiene miedo. "Si tú quieres mantener a tu familia y comer, te callas. Si no, a la calle. Si no hay trabajo para los españoles cómo va a haber para una mierda de inmigrante como yo, como me decía él".

La víctima dependía económica del presunto abusador, por eso no se atrevía a denunciarle. "Tuvimos que hacer esa primera tarea de convencerla para que le denunciara", explica José Luis Casajuana, de Casajuana Abogados.

En su versión ante la Policía el padre Acacio Pinto admite que hubo relaciones sexuales, pero afirma que fueron convencidas. "Yo jamás he entrado en su habitación, ¡jamás!". El padre Acacio está en libertad con una orden de alejamiento a la espera de juicio.