Rusia sigue bombardeando infraestructuras críticas en Ucrania para que la población pase hambre y frío. Los últimos ataques se centran, sobre todo, en la región de Jersón.
De hecho, las autoridades ucranianas han advertido de la posibilidad de que Putin acabe con la presa de Kajovka. Se trata de un embalse que cuenta con 230 kilómetros de largo y una superficie total de más de 2.100 kilómetros.
Si alcanzaran este objetivo, liberaría 18 millones de metros cúbicos, algo que provocaría, según las autoridades ucranianas, un tsunami sin precedentes. Hablaríamos de inundaciones en toda la zona alrededor del río que afectarían a, al menos, 80 localidades.
El tsunami llegaría a tener olas de cinco metros de altura y duraría en torno a tres días.
Sin embargo, el riesgo no se queda ahí porque el embalse de Kajovka abastece de agua a la mayor parte de Crimea y su agua sirve para refrigerar el sistema de la central nuclear de Zaporiyia.
Las consecuencias serían catastróficas, tal y como advirtió en Al Rojo Vivo Blas Moreno, codirector y editor jefe de 'El Orden Mundial': "Sería una escalada que se aproximaría al nivel de destrucción nuclear sin dar el salto simbólico de que sea una bomba nuclear con radiación. Conseguiría el mismo efecto destructivo".
No obstante, Rusia niega cualquier vínculo con el posible ataque.
Mientras, siguen las evacuaciones en la zona de Jersón porque cada vez son más lo que intentan escapar de la guerra y del frío invierno que se espera en Ucrania.