Fernando Sánchez Dragó ha sido enterrado este martes en Castilfrío de la Sierra, la localidad soriana en la que vivió los últimos años de su vida, hasta su fallecimientoeste lunes a los 86 años. El escritor, sin embargo, ya había dejado claro cómo quería que fuera su último adiós.
Lo hizo durante una conferencia que ofreció en Marbella hace un tiempo, en la que el autor aseguró que ya había comprado su tumba por "15.000 pelas". "La tengo preparada allí en el cementerio y la quiero abrir ya", afirmaba entonces, descartando de plano ser incinerado: "No, yo quiero que me entierren allí en Castilfrío", dijo.
En aquella misma ocasión, Sánchez Dragó reveló que había encontrado un ataúd en un pueblo abandonado y se lo llevó a casa, donde lo conservaba delante de su lugar de trabajo y con todos sus premios encima: "Los tengo todos puestos en el ataúd", explicaba.
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En la misma conferencia, el autor aludió asimismo al famoso epitafio atribuido a Groucho Marx -"Disculpen que no me levante"- y aseguró tener su propia variación: "A mí se me ha ocurrido poner 'Perdonen que no se me levante'". Puedes recordar aquella intervención en el vídeo que ilustra estas líneas.