Llega la hora de la verdad. El momento de saber si el trabajo que Alberto Chicote y su equipo han hecho en el Nicasso ha servido para algo. Tras la reforma que lleva a cabo Pesadilla en la cocina en el restaurante y alguna que otra buena charla motivadora, el personal tiene que ponerse las pilas y hacer un servicio de reapertura a la altura de lo que se espera.

Sin embargo, todo está siendo un auténtico desastre. Manel y sus empleadas se gritan mutuamente ante un salón abarrotado de clientes. "No hace falta que pegues voces, puedes hablar más bajito", responde el chef a Gabriela ya un tanto cansado. El propietario se marcha detrás de la otra camarera y Chicote se lleva las manos a la cabeza. Es la imagen de la desesperación. "Pero, ¿dónde vas? ¿Dónde vas? Pero, ¿dónde va? ¿Dónde va? ¡Ven aquí! ¡Joder, la hostia! No, no, no. No puede ser, si acabamos de empezar".

El servicio acaba de comenzar y Manel ya da muestras de estar perdiendo los nervios. "¡Ya lo hago yo todo! ¡Ya lo hago yo todo!", grita desde la cocina. Las camareras se enfrentan a él y comienza una batalla campal. Chicote se rinde y se marcha. En el salón, Gabriela llora y ambos se acusan de haber roto varias copas.

"Si él me da gritos, yo grito. Quiere decir, si tú me lanzas flor, yo hago un jardín, pero, si tú me lanzas puñaladas, yo te lanzo pistolas, ¿vale?", dice Gabriela en su entrevista personal.

Alberto vuelve asustado. Cuando ve lo que ha ocurrido, se rinde. "Haced lo que queráis, que yo mañana me voy. Y me voy con la conciencia bien tranquila, que sé que mi trabajo está hecho perfecto [...] Este es, seguro, el peor servicio de reapertura en 11 años".