La llegada de Alberto Chicote y el equipo de Pesadilla en la cocina al Nicasso no es como ellos esperaban. Para empezar, nadie les recibe. Bueno, nadie, nadie, no. Julio Iglesias canta a todo volumen. Él es el único que le da la bienvenida con su música, que suena desde un altavoz.

El local está completamente vacío. Las camareras están absortas intentando ordenar la cocina o con el móvil y el dueño no aparece por ningún sitio. "Lo de Nicasso debe de ser porque no te hacen ni caso cuando entras, porque aquí, desde luego, preguntas por Manel y te sale Julio Iglesias". Por suerte, su hijo tiene un local justo al lado y hasta allí se desplaza Chicote.

"Ahora vendrá del gimnasio", asegura Jonathan. Al poco, llega su padre. "Voy al gimnasio para tener la carita fina. A la sauna un ratito y luego a trabajar", le explica el propietario del restaurante.