En su afán de hacer de 'La dulce Harleey' un lugar cómodo para todo el mundo, María, dueña del local, ha tolerado comportamientos que ponen en jaque su negocio. Tras el desastroso primer servicio,Alberto Chicote se reúne con ella para conocer el estado de las cuentas y convencerla de corregir cuanto antes la pérdida constante de ingresos.
La situación económica que atraviesa el restaurante es muy grave. "No va a desaparecer porque desaparecería yo, es mi hijo y a un hijo no se le abandona", lamenta María, señalando que está luchando por ello: "Me he reinventado, me he tenido que ir a vivir con mi pareja para tener menos gastos". María confiesa a Chicote que tiene que "quitar turnos" para poder generar más beneficios. "Tengo una deuda de 50.000 euros y estoy pagando a todo el mundo como puedo", asegura ante las cámaras de Pesadilla.
Chicote, por su parte, se mantiene firme tras ver las carencias en el servicio del primer día: "Nada de lo que salió de esa cocina fue para enamorar a nadie, era para divorciarse. Ni las cosas más sencillas son mínimamente apetecibles. Solo te quiero abrir los ojos".
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Las palabras de Chicote calan profundo en María, que se emociona, y la empresaria comprende que la única esperanza de la Harleey pasa por seguir a raja tabla todos los consejos del chef: "Con su transparencia, tranquilidad, serenidad y mirándome a los ojos me ha dicho lo que piensa y tiene razón, sabe las teclas que tiene que tocar".
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