Alberto Chicote regresa a la parrilla de laSexta con una nueva temporada de Pesadilla en la cocina. En la primera entrega de la novena edición, el chef y su equipo se desplazan a Barcelona para atender la llamada de auxilio del Nicasso, un restaurante especializado en comida mediterránea que pasa por su peor momento.

Al frente del negocio se encuentra Manel, un hostelero desorganizado y caótico que, con una dura historia a sus espaldas y tras el fracaso de su anterior negocio, no encuentra el camino correcto para hacer del Nicasso un restaurante al que querer volver. Pese a que el local desde fuera no da señales de alarma, el Nicasso es todo un nido de problemas.

Cucarachas en barra y cocina, una notable falta de limpieza, una instalación eléctrica a punto de arder, gritos constantes, una ventilación deficiente que inunda el local de humo nada más empezar los servicios o un gato que se pasea a sus anchas por cocina y salón, entre otros, son los peores protagonistas de un restaurante a la deriva que amenaza con llevarse por delante las últimas esperanzas de su dueño.

A Manel le acompañan en el servicio diario del Nicasso una ayudante de cocina, Vanesa, y una camarera, Gabriela, desbordadas diariamente por la falta de organización del dueño del restaurante, sus malos modos y el completo caos al que se ve abocado el Nicasso en cada servicio. A ellos se le suma el hijo de Manel, Jonathan, que regenta una quesería y bodega al lado del Nicasso y que acude habitualmente a la llamada de socorro de su padre para poner cordura en el restaurante y tratar de reflotar los servicios más difíciles.

Los retos de la novena temporada

La variedad de los restaurantes de esta novena edición vuelve a destacar en esta temporada, con modelos de negocio muy distintos entre sí. Alberto Chicote llegará a su rescate de las formas más variopintas: desde una moto de los años 70, en un diminuto vehículo turístico, en una bici vintage, en barco, en metro, haciendo senderismo e incluso en un camión con tráiler.

Desde un restaurante asturiano regentado por una pareja de origen rumano amantes de la región hasta restaurantes en los que no son su oferta gastronómica o sus brasas las protagonistas, sino los bichos más desagradables e inesperados. También un italiano regentado por una pareja separada y un modelo de negocio que combina un parque de bolas infantil con un gastrobar. Pesadilla en la cocina también visitará un restaurante peruano donde las raciones y los problemas vienen en tamaño familiar, un bar motero/rockero, un restaurante que descongela su comida en el lavavajillas, otro en el que su dueño se ha rendido y pasa las horas junto al grifo de cerveza o un restaurante dentro de un polideportivo con muchísima afluencia de personas.

Esta temporada será también testigo de conmovedores momentos, donde no faltará una pareja que volverá a reconquistarse tras un duro bache que a punto estuvo de acabar su relación, la historia de superación de un hostelero que va más allá de retomar las riendas de un restaurante o el descubrimiento de nuevos talentos dentro de la cocina. Ante ellos y ante el resto de los hosteleros, para quienes esta puede ser su última oportunidad, Pesadilla en la cocina empleará todas sus herramientas para transformar esos negocios que comenzaron como un sueño en una realidad concreta, mediante trabajo en equipo, una actitud positiva de aprendizaje y gran determinación.