Alberto Chicote viaja a Jerez de la Frontera para intentar reflotar, por primera vez, un mosto, una de esas ventas de campo que ofrece vinos y gastronomía de la tierra. Se trata del Mosto Tejero, un local que forma parte de la ruta del mosto, muy popular en la zona, que tras décadas de esfuerzo y alegrías se encuentra en horas más que bajas y con un pie muy cerca del cierre.
Al frente del negocio está Juanete, un dueño muy particular que define su propio restaurante como "una sesión de Almodóvar". El propietario se pasa el día alternando con sus amigos, dueño y empleados tienen miedo a cocinera y los gritos entre unos y otros están a la orden del día.
Por no hablar de la calidad de la comida, que deja tanto que desear que hay comensales que abandonan el restaurante sin ni siquiera probar los platos. Juan se encuentra al límite. La llamada a Chicote es su último intento de salvar la venta. Pero al cocinero no le resultará fácil.
Para conocer qué es lo que falla en el mosto, Alberto Chicote prueba los platos. Pero mientras el chef espera en el comedor para probar la comida, el dueño le explica que tienen pollo de campo que crían ellos mismos: "¿No te gusta el pollo de campo? Los tenemos ahí sueltos y vienen y comen por aquí". A los pocos minutos, el dueño se presenta en el comedor con un ejemplar vivo.
Tras la cata donde solo está bueno el agua, Juanete, y la jefa de cocina, María, le enseñan a Chicote 'los fogones'. Un lugar con una campana "cojonuda" en la que la grasa gotea y que tiene una regleta dentro. Un peligro del que alarma Chicote y que se toma a "coña" Juanete. "Esa regleta es para alumbrar para ver si se puede ver cómo está cayendo la grasa gota a gota. Es que si no sabemos si cae", bromea el dueño.
También echa un vistazo en el almacén. Un lugar donde el Mosto Tejero comete un 'atentado' contra la salud pública al meter en las cámaras frigoríficas las ollas recién cocinadas. El dueño se desmarca del error. "Yo no soy cocinero, soy agricultor", le justifica al chef de Alberto Chicote.
El chef de Pesadilla en la cocina es testigo del primer servicio del mosto. Allí vive un momento surrealista cuando ve que el dueño para el servicio de comidas ante la llegada de su madre porque se quiere sentir importante. No sólo eso, ordena a una de las cocineras que deje lo que está haciendo para llevarle al lavabo. "Leti, por favor, lleva a mi madre al baño", señala.
Sin embargo, Chicote no deja de alucinar mientras avanza el servicio por "el bonito ambiente de trabajo" que hay en el restaurante. Y es que las continuas quejas de los clientes hacen que María y Antonio, la cocinera y el camarero, se enreden en una batalla verbal que acaba entre gritos de "gilipollas".
El mal rollo que hay en la plantilla del mosto se sigue dejando ver en el segundo servicio. De nuevo los clientes devuelven los platos y Antonio le traslada las críticas a María. Críticas que la cocinera se las toma como algo personal y reacciona lanzándole las croquetas a su compañero. "A mí me tiras las croquetas a la cara y te aseguro que te las comes", responde con hartazgo Chicote.
Tras un segundo servicio fallido, Juanete abandona el restaurante en tractor dejando a su equipo colgado. A Alberto Chicote no le queda otra opción que acudir a su rescate mientras el dueño del restaurante se marcha en el campo. Sin embargo, el barro impide que el chef pueda avanzar y con el "fango hasta el culo", se ve obligado a parar y dejar marchar al dueño.
Tras lograr persuadir al dueño, ambos regresan a un servicio que no está para nada encarrilado. Los insultos vuelan en sala del Mosto Tejero entre los camareros y tienen como consecuencia el abandono de uno de ellos. Marco deja el restaurante entre lágrimas por las continuas faltas de respeto de Antonio. "Ese tío me va a buscar una ruina", comenta.
Pero tras regresar a su puesto de trabajo, Pesadilla en la cocina vive su momento más delirante al ser testigo de la pelea entre Marco y Antonio "como dos verracos". Los dos empleados se enzarzan mientras Chicote y Juanete tienen que intermediar.
Después de un servicio surrealista, Alberto Chicote se reúne con Juanete para conocer de forma más profunda quién es y cómo puede ayudarle para reflotar el negocio. Una charla en la que se abre y le cuenta el fatal accidente que tuvo Juanete cuando era niño. "Tiré un clavo de los que amarran a los animales, rebotó y me reventó el ojo izquierdo", confiesa.
El equipo de reformas de Pesadilla en la cocina se emplea a fondo para renovar un local enorme, respetando su tradición y raíces. El restaurante es 'nuevo' restaurante en el que Chicote ha creado un rincón para el propietario que hace que se emocione. "Nunca me había pasado esto en mi vida", agradece el duelo.
Con el mosto reformado, arranca el servicio de reapertura. Un servicio que no ha cambiado nada respecto a las anteriores. El ambiente de trabajo deja mucho que desear y Chicote se ve obligado a hacer varias llamadas de atención a la plantilla para que todo funcione y la reapertura sea un éxito.
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