El chef Chicote degusta la carta de 'El Rincón de Montse', un restaurante donde ni las aceitunas que ponen para picar tienen buena pinta. El cuenco de aceitunas ya auguraban lo que vendría después.
Las croquetas "son un bloque de hormigón". El chef de Pesadilla en la cocina las tira con el plato y ni se rompen. "Están blondadas", bromea.
Las alitas ni las prueba. Están llenas de plumas y lo que hace el cocinero es entretenerse en quitarlas. "¿Tienes una epilady? Para quitarle todas las plumas", le dice a Miguel, el propietario de 'El Rincón de Montse'.
Cuando llega la carne, Chicote alucina con su grosor. "Voy a llamar al récord Guinness para que certifiquen que este es el entrecot más fino del mundo. Como un papel", comenta.
Por último, las bravas. Las patatas tampoco están buenas. Y es que el aceite ya sabe Chicote cómo está: negro.
¿Conclusión? "Ni las patatas, ni el entrecot, ni nada de lo que toques en esta casa es un motivo para venir", comenta después de comer "de pena".
Otros momentos destacados
El equipo de Pesadilla en la cocina se emplea a fondo para la reforma de El Rincón de Montse y lo convierte en El cucharón de Daganzo. A la plantilla le cuesta reconocer el local: "Aunque no lo parezca es el mismo".
Tras la reforma, el servicio de reapertura es uno de los momentos cruciales para El Rincón de Montse, que ahora se llama El cucharón de Daganzo. Ese día todos tienen que poner la carne en el asador y especialmente los dueños pero esto no sucede y Chicote se ve obligado a tomar las riendas.
Antes de irse, Chicote se dirige directamente a Miguel y Paula, decepcionado por su falta de motivación. El mensaje del chef es digno de una sesión de coaching.
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