El chef Alberto Chicote probó los platos de 'El Gran Café': croquetas caseras, hamburguesa, solomillo ibérico, contramuslos de pollo y una ensalada César donde el pollo sabe a "viejuno" y la salsa es de bote. Para su sorpresa las croquetas caseras estaban buenas.
Ante la situación, Teresa, la encargada del nuevo restaurante que intentaba reflotar Alberto Chicote, pidió al cocinero "que se ponga las pilas" en la cocina porque le han llamado la atención. "Cogéis y os vais a vuestra casa con su mujer y sus hijos y a tomar por saco", espetó la mujer.
Toca echar un vistazo a la cocina, momento en el que Alberto Chicote conoció al cocinero Florín que le confesó que aprendió de otra empleada y "a través de tutoriales de Internet". Uno de los momentos más tensos ocurrió cuando el chef tomó las salsas que le llamaron la atención.
Para colmo, Alberto Chicote descubrió que Florin apenas sabía identificar los tipos de salsas que tenía en su cocina y Eva, la encargada de la tarde, en vez de hacer su trabajo, ejercía de camarera detrás de una barra.
Para arrojar un poco de luz a la situación, Alberto Chicote brindó a Florín su primera autética clase de cocina, preparando unos sencillos y originales nuggets de pollo para servir en El Gran Café.
Ya con el servicio en marcha, Teresa tardó poco en perder los nervios con Florín y decidió saltarse el organigrama marcado por Juanjo, mandando a Alina a la cocina. "¿Le ponemos una solución o le pegamos fuego?", preguntó Alberto Chicote a las encargadas ante la desorganización.
Después de una semana intentando que Eva y Teresa se comunicaran sin conseguir resultados, Alberto Chicote tomó un último y arriesgado intento antes de dar el caso por perdido.
Mejorada la relación entre encargadas, el equipo de reformas de Pesadilla en la cocina instaló un sistema en 'El Gran Café' que lo convierte en uno de los más modernos e innovadores de la zona.
Del bar del Club Deportivo Estoril
Chicote regala a una clienta del CD Estoril una empanadilla al no llegar su comida: "Por lo menos se entretiene"
Una clienta del Estoril II se queja de que sus dos acompañantes han comido mientras que a ella todavía no le ha llegado su hamburguesa. Al oírla, Alberto Chicote se levanta y le ofrece su empanadilla.