Los esfuerzos de Chicote han dado sus frutos. Manel está dispuesto, por fin, a coger las riendas del Nicasso y tirar para adelante de su negocio. Ese cambio radical tiene que reflejarse también en el restaurante y es por ello que el equipo de reformas de Pesadilla en la cocina hace lo mismo en el local que Manel con su vida: dejar atrás lo que no sirve para nada y conservar lo que de verdad importa.

Manel, Vanesa, Gabriela y Jonathan esperan en las puertas para ver la transformación. Verles a todos allí reunidos sorprende a Chicote. "Manel, pensé que igual venías solo, después del final de ayer", comenta el chef. "Bueno, quizá me pasé con ellas un poquito por todo el follón, la locura. Pero bueno, al final, todo se arregló", explica.

Cuando por fin se dan la vuelta, ven que la fachada está exactamente igual. "Todas las referencias tienen que ver con la huerta y he querido jugar con eso bastante dentro", explica. Efectivamente, una vez dentro, el cambio es espectacular. Manel está emocionado. Llora sin parar. No puede hablar. Todos se abrazan. "Es como levantar una nueva vida, ¿no?, un nuevo sueño".

Ahora, la parrilla tiene un extractor nuevo y un comandero, dos herramientas indispensables para el correcto funcionamiento del Nicasso, que era un caos de humo y organización. El almacén, la instalación eléctrica y la organización de la comida son otros aspectos que ha trabajado el equipo.

El momento más emocionante llega cuando Alberto Chicote le enseña a Manel su nueva habitación. El propietario del Nicasso duerme allí porque no puede permitirse tener una casa en propiedad o en alquiler. "Pincho estará contento", acierta a decir Manel con un hilo de voz. Eso sí, el gato que le curó el cáncer tendrá que quedarse en ese espacio y dejar de corretear por el restaurante.

Los cambios en la carta también son un aspecto esencial que se ha tenido en cuenta por Pesadilla en la cocina.