A los jóvenes les ha tocado vivir en un angustioso laberinto de precariedad. "Todo ese catastrofismo casi apocalíptico de la guerra, la inflación, la crisis económica y el cambio climático, es algo que estamos viviendo ya. No solo es futuro, sino también es el presente más inmediato de la ciudadanía", señala el profesor e investigador Julen Bollain.
De esta forma, vienen tiempos difíciles para los jóvenes. ¿Conseguirá la generación Z encontrar una salida? "Mi futuro lo veo bastante negro. Me cuesta muchísimo ver la vida como las anteriores generaciones", expresa Jaume León, un joven de 21 años. "Obviamente, el no tener un horizonte de posibilidades, no tener un futuro, implica cómo vives en el presente. Si no tienes unos objetivos a posteriori, tienes mucho más difícil plantearte la vida o un proyecto vital", destaca, por su parte, el periodista Antonio Maestre.
En este sentido, la periodista Ana-Iris Simón subraya que "los propios psicólogos dicen que la inestabilidad laboral lleva a un montón de jóvenes a la depresión y a la ansiedad, al no saber qué va a ser de ellos mañana".
Precisamente, en 2021, el 56,4% de los jóvenes españoles afirmaron haber sufrido algún problema de salud mental. Sin embargo, solo la mitad de ellos buscaron ayuda profesional, ya que muchos, nadando en la precariedad, no se lo pueden permitir. "Yo tengo ansiedad, y también he experimentado episodios de depresión. Me gustaría ir a un especialista, tener herramientas, pero no me lo puedo permitir, no me lo puedo costear", lamenta Jaume, de 21 años.
El joven critica que "el sector público no tiene recursos", y "tiene una cola desmesurada". "No sé cuántos jóvenes hay con ansiedad, pero no pueden atender a todos a la vez, y el sector privado es demasiado caro para nuestra condición de vida de precariedad", lamenta.
"Ahora se pone mucho énfasis con la salud mental, y eso es muy bueno, porque se ha hecho intolerable lo que antes era normal. La depresión en las mujeres de la clase trabajadora que se tenían que quedar en casa a cuidar de los hijos era brutal, pero era visto como algo normal, natural", señala Antonio Maestre.
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