Arabia Saudí quiere ser uno de los dominadores del mundo. Su petróleo se ha convertido en su principal herramienta geopolítica para conquistar el poder.
Un hombre, el príncipe Mohamed bin Salmán, astuto e implacable, es el ejecutor de esos planes que contemplan la compra internacional de empresas estratégicas o inversiones millonarias en deportes como el fútbol para hacerse con estrellas mundiales.
Un régimen autoritario y duro que quiere ofrecer una imagen de modernidad. Se acaban de cumplir cinco años del asesinato brutal del periodista Jamal Khashoggi y laSexta Columna muestra un retrato de ambición, sangre, petróleo y poder, mucho poder.
Arabia Saudí tiene capacidad para marcar el precio al que la gente se mueve. "Si por sí solo decide cortar la producción, marca los precios del petróleo", afirma David Hernández, autor de 'El reino de Arabia Saudí y la hegemonía de Oriente Medio'.
Se trata de un país cuyo amo tiene dinero sobrado para darse el lujo más obsceno, o para comprar empresas estratégicas pese a que nos vendieron que su españolidad era intocable.
¿Cómo puede el Gobierno parar ahora la compra de Telefónica? ¿Quién es realmente Bin Salmán? Alguien capaz de hackear la vida privada de todo el que se le opone.