Hace poco más de un mes, en una urbanización de Villajoyosa, Alicante, convivían españoles, rusos y ucranianos sin mucho sobresalto, hasta que una tarde, a plena luz del día, aparece un cadáver. "Hay un origen claro del asesinato en manos rusas", apunta el redactor jefe de El Periódico, Juanjo Fernández, que señala que la principal muestra son 8 casquillos de bala "que se quedan sin recoger, no se sabe si voluntariamente, para dejar un mensaje".
Medios de comunicación de la órbita del Kremlin preguntaron a las autoridades españolas si ese cuerpo es el de un compatriota suyo, pero tenía pasaporte ucraniano. El muerto era este héroe para Ucrania, Maxim Kuzminov, un piloto ruso que había desertado proporcionando al ejército ucraniano documentación clasificada y material bélico.
"La televisión rusa le da por condenado", comenta Juanjo en el vídeo sobre estas líneas. Su ejecución llegó en suelo español. Las investigaciones apuntan a que fueron dos los sicarios rusos que mataron a Kuzminov. "En el caso de Villajoyosa, Rusia lo que ha querido es dar una lección a quien se pueda sentir tentado de seguir su camino", explica el periodista Marc Marginedas.
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El nombre de Kuzminov se une al de otros opositores como Aleksey Navalny o rebeldes como el líder del grupo paramilitar Wagner. Personajes incómodos para el Kremlin que se eliminan, incluso en países como España. "La lectura que debe tener para la propia Unión Europea es que Putin está cerca", afirma María José Pérez del Pozo, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense.