José María Gil-Robles, el líder de la CEDA, fue un malo malísimo para buena parte de la izquierda y un bueno buenísimo para su hijo, Álvaro Gil-Robles, quien defiende que su padre "era un profundo demócrata" ya que, según argumenta, "tuvo todas las posibilidades de convertirse en un caudillo fascista en el país y, sin embargo, no lo hizo".
Sin embargo, fue un "profundo demócrata" con contradicciones, ya que en 1933 visitó un congreso nazi de la mano de un tal Goebbels, tal y como puedes ver en el vídeo principal que acompaña a esta noticia. "Yo creo que para mucha gente aquellos movimientos de masa impresionaban y, para una parte de la derecha que siempre tuvo la tentación de los movimientos totalitarios, le impresionaba, al igual que a la izquierda española le impresionaba la llegada del comunismo a la URSS y los movimientos revolucionarios", señala el hijo de Gil-Robles.
Católico practicante, José María Gil-Robles era todo lo que la Iglesia necesitaba frente a unas leyes republicanas, algo molestas. "La Iglesia creyó que él iba a ser el instrumento absoluto de su política reaccionaria. Él no fue contrario a actuar dentro de la República, pero sí fue favorable a eliminar los excesos que, en su opinión, se habían cometido contra los católicos y contra la Iglesia católica", afirma Álvaro Gil-Robles. Con el Gobierno de Azaña muy debilitado, en 1933, las derechas, lideradas por Gil-Robles, tenían todo a su favor.