LaSexta Columna viaja a Bañuelos de Bureba, Burgos, un pueblo al que llegó nueve décadas atrás el maestro Antonio Benaiges, que decidió desalojar a los caballos de unas cuadras para poner allí una escuela. Durante la República, en ese pueblo hubo muchos niños que nunca habían visto el mar. Por eso, quiso llevar a sus alumnos a la costa por primera vez, a la finca de su familia en Tarragona.
Pero no pudo. Dos días después del golpe de Estado, lo detuvieron. "El 19 de julio lo fueron a buscar, iban a por él. Le arrancaron las uñas, le arrancaron los dientes y lo pusieron dentro de una camioneta ensangrentado y sucio, y tapado con una bandera. Le pasearon por el pueblo. Fue el primer maestro republicano que mataron", explica Nieves Benaiges, sobrina de Antonio.
Los golpistas asesinaron al maestro, y lo justificaron en expedientes a nombre de Antonio Benaiges: defendían que en el pueblo la enseñanza estaba muy mal o que su conducta religiosa era pésima. El cuerpo de Antonio acabó en una fosa común cerca del pueblo, pero su asesinato no borró su legado. Hoy, en el lugar donde hizo soñar a los niños, le recuerdan con este museo.
A pesar de reconocer los hechos
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