Los ojos de Francesc Boix presenciaron las escenas más siniestras del campo de concentración de Mauthausen. En su laboratorio se revelaba una y otra vez el camino hacia la muerte de muchos de sus compañeros.
El plan nazi preveía que nadie viese jamás las fotografías que aparecen en el vídeo. Cuando iban a ser derrotados, mandaron destruir todos los archivos de los campos de concentración.
"Se habían hecho unas 60.000 fotografías y que él consiguió esconder unas 20.000", afirma el historiador Benito Bermejo. Cuando cayeron los nazis, el héroe de la cámara lo celebró subido en lo alto de la puerta de Mauthausen.