Durante el franquismo, España era 'villa hormigonera'. Las moles se multiplicaban y en las noticias informaban cada ladrillo que se invertía en vivienda nueva, mientras el generalísimo ganaba adeptos abriendo urbanizaciones y entregando sus llaves a los agraciados. Una práctica que quedó completamente obsoleta con la democracia, aunque no del todo.
Esperanza Aguirre, en sus tiempos como presidenta de la Comunidad de Madrid, también presumía de ladrillazo y de la cantidad de viviendas de protección oficial que se construían y entregaban cada día. Porque prometer vivienda es un clásico de campaña.
Ahora vemos al presidente del Gobierno y líder socialista, Pedro Sánchez, prometer cientos de miles de pisos protegidos. Y cuando el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, bromea con la propuesta de Sánchez y dice que "parece el milagro de los panes y los pisos", tal vez se olvida que también pasa entre los 'populares'.
José María Aznar prometía 650.000 viviendas en un año en plena campaña. José Luis Rodríguez Zapatero hacía lo propio prometiendo 600.000 viviendas de protección oficial. Mariano Rajoy subía la apuesta y señalaba que en cuatro años construirían 900.000 pisos. Es el "milagro" preelectoral de toda la vida.