Su voz era su arma. Sin ella es fácil ver a Mussolini como un bufón, quedarse en sus poses ridículas y olvidar cómo sus palabras envenenaron a los italianos para que odiasen a su vecino, a su hijo, a su yerno socialista.
"He querido contar el fascismo como nunca se había hecho, a través de los fascistas"
Oculto tras el monstruo y el bufón, estaba el hombre, esperando su novela. "He querido contar el fascismo como nunca se había hecho, desde dentro, a través de los fascistas, lo que no significa adherirse a esa ideología", asegura Antonio Scurati.
Primera parte de una trilogía
En 'M. El hijo del siglo' (Alfaguara, 2020), el autor cuenta la resistible ascensión de Mussolini y el fascismo combinando las técnicas de la novela con la rigurosidad del ensayo. "Tenía que ser una novela sin ficción, porque la materia es demasiado delicada, demasiado venenosa para poder concederme el lujo de una libre invención".
"Tenía que ser una novela sin ficción, porque la materia es demasiado delicada"
La novela comienza en 1919. Mussolini tiene 35 años, le han expulsado del partido socialista y parece abocado al fracaso. Tres años después, ha conquistado Roma, sembrando el odio y la violencia. "Entró en contacto con la peor parte, con la tripa de los italianos, donde se agitaba el miedo a la revolución socialista. Descontento, sentido de desilusión, de abandono, de traición... ¿Se podría pensar que estuviéramos describiendo los sentimientos de hoy, verdad?
Salvini, "su heredero"
Es la misma apuesta que hoy hace Salvini. Aunque al líder de la ultraderecha italiana le gusta citar a Mussolini, Scurati cree que no es fascista, pero sí su heredero. Y avisa: "Los ataques a los inmigrantes están contenidos no por una mayor virtud democrática de los europeos de hoy, sino porque estamos menos familiarizados con la violencia. Hace cien años las personas habían vuelto de las trincheras, estaban acostumbradas a la muerte".
La novela de Scurati ha llegado en el momento justo para contarnos, ahora que demasiada gente vuelve a comer miedo, que la dictadura fascista no fue inevitable.