Rozó la gloria hace tres años con Últimos días en Berlín, una historia que nos trasladaba a la Alemania de 1933, en pleno auge del nazismo.

Aquella combinación de intriga histórica, dilemas morales y un romance que lo tenía todo para salir mal, le valió para ser finalista del Planeta y, de paso, aumentar su legión de lectores. Dos años después, su nuevo trabajo le ha valido el premio gordo: el Premio Planeta 2024.

La historia de Victoriatiene varios de aquellos mimbres que pusieron a Paloma Sánchez-Garnica en boca de todos. Volvemos a aquella época convulsa. Regresamos a la Segunda Guerra Mundial con una obra vertebrada por la relación de dos personas que tratan de sobrevivir.

Eso sí. El foco no tiene nada que ver con Últimos días en Berlín. En Victoria dejamos a los nazis y nos vamos con los supuestos aliados. Y decimos supuestos porque, como la ganadora del Planeta nos cuenta en su novela, no era oro todo lo que relucía en el bando vencedor.

PREGUNTA. Con el final de la Segunda Guerra Mundial pensamos que llegaría por fin la paz, pero resultó que a Alemania se la dividió, Berlín incluido, y comenzó otra época tremenda también para sus ciudadanos.

RESPUESTA. Pues sí, es lo que ocurrió en Berlín. Concretamente es el escenario en el que pongo la historia. Mis personajes tratan de sobrevivir en un Berlín hambriento, en un Berlín destruido, en un Berlín dividido y ocupado por los vencedores, que no solamente se apropiaron de los territorios y de las instituciones, sino también de la vida de esos civiles que trataban de subsistir, después del horror de la guerra.

P. Victoria, la protagonista, es de este tipo de personajes que primero es una persona corriente pero que, de repente, y sin ella misma decidirlo, tiene que vivir una vida extraordinaria.

R. Sí, la protagonista es Victoria, pero también lo es el capitán Norton. Robert Norton, el norteamericano del que se enamora. Alrededor de ellos gira la historia tanto en Berlín como en Estados Unidos. Y son dos personajes a los que les salva el amor. Se tienen mutuamente pero ese mismo amor también les expone a unas amenazas que les acechan y les atenazan, volviéndoles muy vulnerables. Esa es su historia.

P. Ya que hablamos de esas amenazas. Una de las que más resuenan en toda la novela es el fascismo norteamericano. Nunca se habla demasiado de él, de esa persecución política que hubo. De la segregación racial. De ese Estados Unidos no tan amable como nos quieren hacer creer que fue.

R. Cuando estaba terminando Últimos días en Berlín, estaba muy concentrada en las consecuencias. No solo del nazismo en cuanto al Holocausto, que fue un horror, sino sobre todo en la violación de los derechos fundamentales.

"Al otro lado del Atlántico, un país considerado demócrata estaba atropellando los derechos civiles de sus ciudadanos"

Pero también me di cuenta que al otro lado del Atlántico, en un país considerado demócrata, teóricamente la cuna de la libertad y de los derechos, se estaban atropellando y atenazando los derechos civiles de ciudadanos por su raza, por su ideología. Porque pensaban de manera diferente.

Eso me llamó la atención. Quería conocer a través de las historias, a través de la escritura y a través de mis personajes cómo se vio y cómo vivieron personas corrientes esa caza de brujas o ese racismo.

P. Los aliados de la Segunda Guerra Mundial vencieron y pensamos que habíamos acabado con el mal. Y de repente, entre ellos comenzó una lucha terrible por ver quién dominaba el mundo.

R. Bueno, ya eran enemigos antes de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y los Estados Unidos no se llevaban bien. Lo que pasa es que se unieron contra una causa común, un peligro común que era el nazismo. Una vez que acabaron con el nazismo, volvieron a ser lo que fueron.

Además, Rusia, personificada en la figura de Stalin, quiso hacerse dueña de ese triunfo. Los otros también, pero Rusia fue especialmente insistente en ello. Y a partir de ahí empezó realmente a aflorar la enemistad y la confrontación entre esas dos potencias, porque Europa quedó tan devastada que Gran Bretaña, Francia e Italia sólo podían pensar en reconstruirse y en salir delante.

Estados Unidos y la Unión Soviética se erigieron como los dos grandes bloques que compitieron por la hegemonía mundial"

Así, Estados Unidos y la Unión Soviética se erigieron como los dos grandes bloques que compitieron por la hegemonía mundial. Por ejemplo, la bomba atómica la tuvo primero Estados Unidos en agosto del 1945.

Cuatro años después, en 1949, fue la Unión Soviética la que probó su propia bomba atómica. A raíz de ahí se estableció un equilibrio, una hegemonía que se mantiene como... "a ver qué pasa entre nosotros". Y ahí se mantiene la Guerra Fría hasta prácticamente los años 90.

P. Y ahora llegamos a la parte que sale estrictamente en el libro. Publicas Victoria después de Últimos días en Berlín, finalista del Premio Planeta 2021. Ahora lo has ganado. ¿Cómo ha sido el viaje de estos últimos años?

R. El viaje arrancó en 2022 defendiendo Últimos días en Berlín, una época muy gratificante y también muy agotadora. Y bueno, pensé que tenía otra buena historia. Así que lo intenté otra vez a ver qué pasaba y la verdad es que estoy feliz, agradecida. Disfrutando mucho del momento a pesar de todo lo que está pasando a nuestro alrededor.

P. Cuando recibiste el Planeta dijiste: "Esta es la demostración de que el trabajo duro al final sale".

R. Sí, porque a mí me ha costado mucho llegar hasta aquí. Llevo veinte años escribiendo. Cuatro décadas buscando mi lugar en el mundo, construyendo lo que quiero ser, lo que quiero hacer y lo que quiero transmitir en mi vida. Y esto es como llegar a una meta. Me ha costado mucho.

"Que no se rindan los que persiguen un sueño. Se puede disfrutar mucho del camino pero, sobre todo, es posible convertir ese sueño en realidad"

Soy muy consciente de que me ha costado mucho. Le he puesto mucha pasión, mucho esfuerzo, pero también ha habido momentos de estar a punto de rendirme. Pero he seguido adelante y aquí estoy. Es lo que quise decir, es lo que quise transmitir en esa noche del premio. Que no se rindan los que persiguen un sueño. Primero, porque en el camino es posible que disfrutes. Pero, sobre todo, porque es posible que llegues a convertir ese sueño en realidad.

P. Cuando dices que estuviste a punto de rendirte, ¿qué te animaba a seguir adelante?

R. La pasión por escribir. Para mí escribir es una fascinación, es una forma de estar en el mundo. Y luego porque vi cómo iba, casi persona a persona, ampliando mi espectro de lectores.

Sí que es verdad que con Últimos días en Berlín empezaron a leerme mucho más, pero es que escribir es absolutamente fascinante y, como ya he dicho, una forma de estar en el mundo. Tenía que seguir porque si no me hubiese parado, detenido. Y no. En la vida hay que caminar, unas veces más rápido, otras veces más lento, pero hay que avanzar.

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