Megan Maxwell

Editorial: Esencia

Año de publicación original: 2024

Ponte cómodo, porque esta reseña va más cargada de turrón que tu mesa de Nochebuena. Megan Maxwell, reina del romance a la española, regresa con una novela que promete ser más navideña que el anuncio de la lotería, aunque con el toque de azúcar justo que solo ella sabe manejar. Una Navidad muy fun, fun, fun nos lleva por una historia de amor con decoraciones muy brillantes, personajes diseñados para sacarnos más de una sonrisa y sí, algún que otro cliché.

Adriana Peña es una técnica de sonido tan fan de un artista estadounidense, Deacon Black, que lleva la estrofa de una de sus canciones tatuadas (un gesto audaz, aunque algo arriesgado). El destino se le pone de cara cuando la contratan para la gira asiática de su ídolo. Pero, ¡oh, sorpresa!, no es solo un capricho laboral: la química entre ellos estalla con un estruendo más fuerte que los petardos que se tiran en Nochevieja.

La química entre los dos protagonistas es más fuerte que los petardos que se tiran en Nochevieja

Tras su primer acercamiento en un spa (¡toma ya!), Deacon, que es una especie de Grinch versión rockstar, acaba invitado a pasar las fiestas con la familia de Adriana en... atención... ¡Navacerrada!, un pueblo que parece sacado de un catálogo navideño.

El tipo herido que busca cariñito

Por supuesto, el hombre odia la Navidad, porque ya sabemos que los tipos duros tienen que tener algún trauma oculto (gracias por este cliché eterno, literatura romántica). Lo que sigue es un choque cultural-festivo en el que la nieve, las luces y los villancicos se convierten en el escenario perfecto para que el amor triunfe.

A ver, no nos vamos a engañar: Maxwell sabe cómo conectar con su público. Sus diálogos chispeantes, personajes accesibles y un ritmo de lectura ligero son sus armas infalibles. Adriana y Deacon son personajes funcionales: ella es dulce, comprensiva y profesional; él es el típico tipo herido que necesita redención. Es un combo que funciona, pero que quizás podría sorprender si tuviese algún giro más en su trama.

Terreno conocido

Una Navidad muy fun, fun, fun a veces se siente más como un producto que como una historia genuina. Sabes desde el principio que habrá química, algún que otro drama previsible (¿un ex tóxico? ¿choques culturales? ¿malentendidos navideños? ¡Por supuesto!) y, finalmente, un final feliz que podrías anticipar desde muchas páginas antes de su conclusión. Pero, ojo, esto no tiene que ser malo. Maxwell sabe lo que quieren sus lectoras y eso es justo lo que les da.

Es como volver a casa. Cómoda, confortable. Y todavía más si es Navidad. Aunque no puedo obviar que muchas veces Navacerrada se siente como un escenario tan pulcro y perfecto que es casi más un decorado que un lugar real.

Maxwell es una maestra del romance desenfadado. A sus personajes se les coge cariño casi sin querer

Maxwell es una maestra del romance desenfadado. A sus personajes, aunque arquetípicos, se les coge cariño casi sin querer. La relación entre Adriana y Deacon, es predecible, sí. Pero tiene momentos genuinos y tiernos. Además, el contexto navideño está muy bien aprovechado: las descripciones del ambiente festivo son tan vívidas que casi puedes escuchar los villancicos.

Que su fórmula funciona es innegable. De hecho, sus historias ya han traspasado las fronteras de las páginas de sus libros y, poco a poco, se van convirtiendo en series o películas. Y eso son palabras mayores.

Otro punto fuerte es su estilo ligero y humorístico, perfecto para desconectar del estrés del día a día. Maxwell sabe exactamente cómo ofrecer una lectura que entretenga sin complicaciones innecesarias.

Una Navidad muy fun, fun, fun es como ese regalo de última hora que, aunque no sorprenda, siempre es bienvenido. Es una novela que entretiene y calienta el corazón, pero no busca revolucionar nada. Si buscas una dosis de romance con copos de nieve y luces de colores, este libro será tu compañero perfecto para las fiestas que están a la vuelta de la esquina. Y si alguna parte te resulta demasiado dulce... bueno, siempre puedes dejar de comer turrón mientras lees el libro para equilibrar.

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