Fernando Aramburu

Editorial: Tusquets

Año de publicación original: 2025

Tirolín es un pobre hombre que se dedica al combate con bicis, una disciplina de contacto que consiste en atizar a un contrincante con bicis pesadas. Su entrenador no confía en él pero no se lo dice. Y menos aún si se va a enfrentar al enorme y talentoso Taylor. Pero el bote para el perdedor son 5.000 dólares, que bien merecen una visita al hospital.

Si les digo que el argumento de este cuento breve ha salido de la misma mente de la que ha salido Patria igual ustedes se sorprenden. Pero es rigurosamente cierto. Fernando Aramburu deja salir su lado más gamberro en Hombre caído, una colección de relatos que sorprende, divierte, emociona y sobre todo entretiene.

Fernando Aramburu deja salir su lado más gamberro en 'Hombre caído', una colección de relatos sorprendente y divertida

Porque Aramburu ya nos había demostrado que era capaz de encontrarle el lado divertido a la parte más oscura de la vida, llegando incluso a mofarse de los terroristas de ETA en Hijos de la fábula. Y también había demostrado tener un lado lírico en el que aflora su capacidad para emocionar en sus libros de poesía.

Pero donde más había destacado es en esa faceta de cirujano de la realidad, capaz de realizarle la autopsia a la sociedad moderna, analizar sus ausencias y sus dramas y contarlas de modo ameno y directo. Y en Hombre caído no suelta esa cuerda. Simplemente la une con el humor, el asombro y el misterio.

Lo importante siempre es otra cosa

En el cuento que cierra el libro, llamado también Hombre caído, dos hermanos separados por diferencias judiciales se encuentran, en su paseo, un corro de personas que rodean a un hombre caído, que trata de levantarse. Nadie le ayuda, nadie dice nada. Pero cuando alguien intenta acercarse se le avisa puntualmente de que "levantarlo va contra las normas".

En varios de los relatos el texto señala en una dirección para después comprobar cómo decide tomar otra muy diferente

Esa construcción, en la que el comienzo del texto señala en una dirección para después comprobar cómo el relato decide tomar otra muy diferente, es común en este volumen. Y es muy representativa. Porque resalta el juego que propone Aramburu y que acepta el lector con agrado.

Como en la vida, nada es lo que parece y lo que en un primer momento se antoja como lo importante, asume su cualidad de secundario en cuanto la vida planta lo realmente esencial en primer plano. La relación con el otro, con el desconocido y con el familiar, los engranajes de esa maquinaria desalmada llamada sociedad, los espacios oscuros de cerebro y corazón en los que surge el miedo. Todo eso está perfectamente descrito por el talento de Fernando Aramburu.

Retrato humano de colores artificiales

Así, en un relato breve llamado Dilema, somos testigos del dolor de un padre al darse cuenta de que su hija, ya adulta, le odia. Y sin embargo el texto no va de eso. Va de cómo algo tan definitivo como esa revelación puede influir en una persona al volante y el peligro que eso supone para un puñado de desconocidos.

O en El suicidio de Richi Pardal, pasamos de la tristeza, la depresión y el suicidio anunciado, en todo Móstoles y parte de Alcorcón, de Richi, a una espiral surrealista con la muerte de fondoen la que afloran las bajezas y el morbo más crudo del ser humano. Y en el contraste surge la sonrisa, porque, ¿qué hay más humano que reírse incluso en la situación más terrible?

El rencor, la envidia, la ira, la compasión, la desidia, el miedo... todo cabe en los relatos de Aramburu

"Debiste abofetearme el día que te lo presenté", le dice la mujer de Richi a su madre. "Si lo que quieres es una bofetada, todavía estamos a tiempo", responde esta. Y en esa respuesta tan cargada de humanidad está la esencia de este Hombre caído. Un retrato profundo del ser humano pintado con colores artificiales, como lo sobrenatural, lo ilógico o lo surrealista.

Por supuesto, no es casualidad que haya elegido esté género para este cuadro. Un relato tiene una forma flexible, capaz de darse de sí, de modificar su aspecto sobre la marcha, de mutar, de agigantarse e incluso de desaparecer a medio camino. Así, con talento y una mirada lúcida, puedes hacer de él algo imprevisible. El rencor, la envidia, la ira, la compasión, la desidia, el miedo... todo cabe en los relatos de Aramburu.

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