Autor: Fernando Aramburu
Editorial: Tusquets
Año de publicación original: 2023
Este no es un libro más de Fernando Aramburu. Este libro es muy especial, sobre todo porque no es una novela ni un ensayo, sino una colección de poemas, un género al que no nos tiene acostumbrados. Pero además, porque la idea de publicar estos poemas no ha surgido únicamente de su propia iniciativa.
Fernando Aramburu ha desvelado en una entrevista que este libro es el sueño de su amigo Francisco Javier Irazoki. Fue tal su empeño en que se compilaran los poemas que el escritor vasco cosechó durante varias décadas, que se dedicó a transcribirlos porque solo estaban en formato papel. El resultado es esta sorpresa en verso, que nos muestra una cara de Aramburu poco conocida, su faceta poética.
El joven Aramburu libertario y poeta
El epílogo desvela que Aramburu se acercó a la poesía desde muy joven. Junto a dos amigos fundó CLOC en su época libertaria, según relata Irazoki, al que escribió cuando envió unos poemas a la revista Kantil. "Me escribió, sin conocerme, para que me integrara en el grupo y le ayudara a poner en marcha 'la tercera revolución surrealista".
Aramburu había definido CLOC como "el ruido que hacen los garbanzos cuando caen desde un octavo piso sobre las cabezas huecas de los transeúntes". Los poemas más remotos los firma un jovencísimo Aramburu de apenas 18 años en el libro Ave sombra. "Ya nace de pronto / un poema", rezan los primeros versos.
Aquellos primeros escarceos líricos anticipan ya la calidad literaria del escritor, que saborearía décadas más tarde las mieles del éxito consagrándose con su novela Patria. Son escritos que desprenden madurez literaria y belleza, a veces contenida, con grandes dosis de emotividad y de sexualidad. "Esto me enciende: que el aire te deguste, / con vapor suspirante, con tórax que es alud de esmalte y furia".
Su faceta literaria menos conocida
Irazoki cincela en el epilogo también una acertada descripción de lo que suscita esta lectura: "completa la imagen literaria de Fernando Aramburu". Tenemos que agradecerle que nos haya mostrado su savoir faire en este género. Transitar sus sonetos y poemas ha sido, por momentos, como haber descubierto petróleo.
Este libro completa la imagen literaria de Fernando Aramburu
Aunque, lo sabemos, la prospección era en una tierra rica en recursos, hemos de agradecerle que haya hecho justicia a su producción en poesía. "Aramburu ha sido un poeta refugiado en la novela, el cuento, el ensayo, la columna periodística, el aforismo (...)", explica Irazoki.
El propio Fernando Aramburu ha descrito su poesía como muy física. Sus versos exhalan profundas realidades y emociones en una lectura que se hace placentera y liviana. Desde el amor y erotismo, hasta el derrumbe y la muerte; sin dejar de lado el inconformismo o las reflexiones sobre la crueldad política y el entorno social.
Crónica en verso del Euskadi contemporáneo
Es complicado olvidarse de que el autor de los poemas es también el escritor de ficciones clave para entender lo que ha vivido Euskadi en las últimas décadas. Cómo el terrorismo de ETA ha causado heridas difíciles de cerrar. Sus poemas también recogen, en cierta medida, una crónica diferente de esos años de plomo.
Hay uno que particularmente nos ha llamado la atención. Data de febrero de 1980, un momento especialmente sanguinario en el historial criminal de la banda. El Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo lo documenta como el peor año, que se saldó con 132 asesinados en 395 acciones terroristas. Y precisamente el 1 de febrero tuvo lugar uno de los asesinatos múltiples más cruentos.
Poesía y terrorismo
En el atentado de Ispaster se recogieron un centenar de proyectiles. Murieron asesinados seis guardias civiles y también dos etarras. Los funerales de los agentes se celebraron casi en la clandestinidad, mientras que los de los etarras fueron actos multitudinarios y hasta con una jornada de huelga. El poema firmado en ese mes conmueve y nos traslada a ese Euskadi que se hallaba secuestrado bajo el yugo del terrorismo. Los versos de Aramburu hablaron en el papel de lo que la calle no podía aún gritar:
Los versos de Aramburu hablaron en el papel de lo que la calle no podía aún gritar
"Rehúyen, criminal, tus ojos verme / tendido y charco rojo en el asfalto (…). / De frente al miedo, donde tu odio verde / se abrió al tragarlo la mugiente tierra (...). / Unidos en un fondo, tuvo un hueco / tu cadáver de hierba junto al mío. / Burlé mi muerte y luego te abracé".
Algunos versos anticipan, incluso, la imposibilidad de reconciliación de una sociedad marcada por el miedo y el terror, en la que imperaba el odio y la sin razón. "¿De qué perdones me vienes hablando?".
Hasta 2005
Los últimos textos de la compilación se publicaron hace 18 años. Cierra el libro un poema precioso, al estilo de Ángel González, titulado 'Ayer', fechado el 14 de enero de 2005. "Ayer estuve muerto", dice el primer verso. "Me morí como siempre / de un dolor pequeñito en el recuerdo". Y concluye con una línea, casi una excusa, por haber dedicado todo ese tiempo y esfuerzo a sus poemas: "Ayer me di a la sombra, perdonadme".
Este libro es un genial ejercicio de luz para que la producción lírica de Fernando Aramburu no muera en las sombras del olvido. Había que conocer y ensalzar esta faceta menos conocida con la que este reconocido novelista se consolida como uno de los referentes literarios contemporáneos de nuestro país.