En su primera novela, 'Las edades de Lulú' (1989), lo utiliza como escenario; también en 'Malena es nombre de tango' (1994). En esa ocasión, contó un Madrid que era contemporáneo a ella, el que ella conocía, en el que vivía y por el que paseaba. "Empezó hablando de su generación", apunta su viudo, el poeta y director del Instituto Cervantes Luis García Montero, "y eso le hizo pensar que su generación recibía la herencia de sus padres, de sus abuelos, así que empezó a analizar todo el Madrid que había nacido con la República, que había sufrido en la dictadura y que había desembocado en la democracia. Presente, pasado y futuro estaban reunidos, para ella, en la mano de Madrid".
Y a partir de esto, quién sabe si pretendiéndolo o no, Almudena Grandes se ha convertido en la mejor cronista de la ciudad del siglo XX y del siglo XXI, de la misma manera que Benito Pérez Galdós lo fue para la del siglo XIX.
Por ello, esta guía por el Madrid de Almudena Grandes de la mano del que fue uno de sus mejores amigos, el escritor Benjamín Prado, recorre algunos de los lugares más destacados e importantes de la capital de España tanto en su biografía como en sus obras.
Barrio de Tribunal
Almudena Grandes nació en la calle Churruca, a pocos pasos de la calle Barceló, el corazón del barrio de Tribunal. Todos los domingos, empujada por la afición futbolera de su padre, caminaba junto a sus progenitores y a su hermano Manuel hasta la calle Fuencarral (vía en la que situará, décadas más tarde, algunas de las escenas más míticas de 'Las edades de Lulú'), donde estaba la casa de sus abuelos paternos.
Ella disfrutaba paseando por las calles, hablando con la gente, yendo a comprar al mercado de Barceló (tituló así, 'Mercado de Barceló', un libro recopilatorio de sus textos periodísticos). Porque como novelista, era la vida de esos y esas madrileñas anónimas las que le interesaban y la que terminaba plasmando en sus cuentos, tal y cómo recuerda su amigo Benjamín Prado: "Almudena tenía la voluntad de hacer una obra que, yo creo, tiene un grado cívico. Además de ser una obra política según va avanzando, ya en sus primeras novelas se ve su voluntad y compromiso de utilizar a la gente normal como heroínas y héroes".
Y esta era una de sus maneras de reivindicar la ciudad. Porque ella, cuenta Prado, era militante de Madrid. "Almudena era muy gata. Había algo en ella, en su manera de ser, en su manera de hablar, muy madrileño", concluye el escritor mientras alza la vista al piso de la calle Larra en el que vivió y en el que murió en noviembre de 2021.
Calle de Santa Isabel
Precisamente porque se sentía "muy de Madrid", uno de los días más felices de su vida fue el 21 de mayo de 2008. Ese día, desde el balcón del Ayuntamiento, en la plaza de la Villa, acompañada de la entonces alcaldesa Manuela Carmena, dio el pregón de las fiestas de San Isidro. Sin dejar de sonreír, dijo: "Madrid es una ciudad que se quiere poco, menos de lo que debería".
Desde esa plaza, a escasos diez minutos a pie, se llega a Las Vistillas, unos jardines que ofrecen una de las mejores panorámicas de la ciudad. Es a ese lugar al que sueña con volver el abuelo exiliado de la protagonista de 'El corazón helado' (2007), una de las novelas más aclamadas de Grandes, ganadora del Premio José Manuel Lara un año más tarde y elegida por la revista estadounidense Bussines Insider, en 2019, como representación de la ciudad de Madrid en su sección 'un libro por provincia'.
Tras contemplar la panorámica, podemos caminar también hasta llegar a la calle Santa Isabel número 19. En ese edificio Almudena Grandes sita el domicilio de la protagonista del tercero de sus Episodios de una guerra interminable, 'Las tres bodas de Manolita'. Y lo introduce así: "... para instalarnos en un lugar ajeno. Aquel cuarto piso de la calle Santa Isabel con tres balcones que se volcaban sobre un ensordecedor frenesí de ruidos y de gritos".
Confiesa Benjamín Prado que aquí Grandes estaba revelando, de manera implícita, cómo fue el inicio de su relación sentimental con Luis García Montero a principio de los noventa. Porque en esa casa, en ese cuarto piso de la calle Santa Isabel número 19, vive la que fue una de las amigas más íntimas de Almudena, que hizo de cómplice en los primeros encuentros entre la novelista y el poeta. En ese piso quedaban para verse cuando ambos tenían pareja.
Las huellas de los inicios de su historia de amor están presentes aún en esa casa. Escrito en una de las puertas está el poema 'La ciudad de agosto', incluido en el poemario 'Completamente viernes', libro en el que se recogen todos los poemas que Luis García Montero dedicó a su mujer; y el miso libro que depositó en su tumba el día de su entierro.
"Almudena estaba muy enamorada de su marido", cuenta sonriente Benjamín Prado. "Le dedicaba todos sus libros. Ponía algo así como 'A Luis, una vez más, y nunca serán suficientes".
Psiquiátrico de Ciempozuelos
Bajando la calle Santa Isabel se llega a Atocha. La estación, la que tiene más tráfico de pasajeros de España, llevará el nombre de Almudena Grandes, tal y como se anunció desde el ministerio de Transportes en marzo de 2022.
Ahí se puede coger un tren de Cercanías para llegar hasta Ciempozuelos, el municipio al sur de la Comunidad en el que Grandes ambienta su última novela, 'La madre de Frankenstein' (2020). Concretamente, en el Centro Asistencial Benito Menni, más conocido como el manicomio de mujeres de Ciempozuelos donde, en los años cincuenta, estaba interna la que fue la parricida más famosa de España: Aurora Rodríguez Carballeira.
Carballeira concibió a su hija Hildegart como un experimento científico: quería hacer de ella algo así como la mujer del futuro. Y lo consiguió... o casi. Porque cuando Hildergart tenía dieciocho años y se revelaba del control de su madre, ésta, sin piedad, le asestó varios tiros mientras dormía.
La historia de Aurora Rodríguez Carballeira persiguió a Almudena Grandes durante varias décadas. Pasó años dando vueltas sobre cuál era la mejor forma de contar la historia de esta mujer. Finalmente decidió utilizarla para narrar uno de los episodios más duros del franquismo, la salud mental y la psiquiatría, durante uno de los periodos más oscuros de la dictadura.
Tuvo que investigar mucho y, por eso, visitó varias veces el psiquiátrico del que hoy es director médico Paco Olmo. Él mismo la guio en sus visitas (de hecho, aparece en los agradecimientos del libro) y a él le pidió que la acompañara en la presentación del libro en la localidad, programada para el 18 de marzo de 2020, pero la pandemia y el confinamiento lo impidieron.
Y ésta fue una de las cosas pendientes que se le quedaron por hacer a Almudena porque, tal y como hoy recuerda Olmo, ella tenía especial ilusión por saber lo que los ciempozueleños y las ciempozueleñas pensaban de la novela ya que, al fin y al cabo, entendía que estaba contando su historia. Y es que, en la que para Benjamín Prado es una de las mejores obras firmadas por Grandes, los personajes salen del hospital para contar que Ciempozuelos es más allá del manicomio. Algo así como ya hizo con Rota en 2002, cuando la dio expansión más allá que la base en 'Los aires difíciles' (2022).
Cementerio civil
La última parada de la guía es el cementerio civil de Madrid, donde está enterrada Almudena Grandes desde el 29 de noviembre de 2021. De manera espontánea, decenas de madrileños y madrileñas convirtieron su funeral en un improvisado homenaje a la escritora, portando y alzando claveles rojos y algunos de sus libros.
Como confiesa Benjamín Prado, Almudena está en el lugar que ella quería que su cuerpo reposara a su muerte. De hecho, la tumba en la que hoy está enterrada es un regalo que le hizo Luis García Montero.
A pocos pasos de la entrada al mausoleo está la tumba de Dolores Ibarruri, La Pasionaria. Con ella inició Almudena su serie de Episodios. Pero no contó su trayectoria política, ni la vida que permanece plasmada en los libros de historia, sino que en 'Inés y la alegría' (2010) contó su historia sentimental, lo que generó muchas críticas por indagar en la vida amorosa de un personaje histórico de esta talla.
En este cementerio hay enterradas importantes personalidades de la historia de España. Con pintadas de la bandera republicana, entre sus muros reposan hasta cuatro presidentes de la Primera República, políticos progresistas, maestros, artistas e intelectuales. Como Pio Baroja, escritor que Almudena Grandes leyó con poca afición pero sabiendo que era el eslabón entre Benito Pérez Galdós y ella como cronistas de Madrid.