Cuando ven sus fotos de infancia, la mayoría de las personas queer se asombran de lo reconocibles que eran, aunque ni ellos mismos lo tuvieran del todo claro o lo terminasen de aceptar. Otros en cambio lo tienen muy claro, y es la mirada adulta la que les mete en un armario del que cuesta años salir.
Sobre las infancias queer que fueron, para ayudar ahora a las que son y serán, se ha publicado 'Otras flores', un álbum de fotos con testimonios como el de Luli. Con diez años ya sabía que le gustaban las mujeres, pero como creía que era condición indispensable tener pene, se buscaba uno por todo el cuerpo y no lo encontraba. A Luli nadie le había explicado lo que era ser lesbiana.
"Es curioso cómo no concibes una realidad distinta a la heterosexual si nadie te lo explica". Quien habla es Xavi Reyes, ahora un adulto orgullosamente gay que de niño trataba de convencerse de lo contrario. Comprender quién fue le está ayudando hoy a ser. "Ahora sé de dónde provienen los comportamientos que tengo actualmente, de dónde han nacido, y provienen del rechazo, de la herida".
Para Vicente Solbes, su infancia no resulta muy diferente a la de otros, con la salvedad de que "su personalidad o parte de ella se forma fuera de la norma". En su aportación en 'Otras flores' cuenta cómo al ser animales sociales todos queremos encajar, y para encajar uno quiere ser normal. Signifique eso lo que signifique.
'Otras Flores' es una recopilación de relatos personales escritos por personas adultas que vivieron una infancia en la que además de jugar tuvieron que encontrarse sin referentes. "Con cinco años miraba a las personas adultas que me rodeaban, que me parecían maravillosas, y pensaba 'qué lío tenéis'. Hay gente que no es lo uno ni lo otro o lo es todo a la vez, como es mi caso", cuenta Arantza Labuena, otra de las participantes de proyecto. "Habrá madres, padres o abuelas que al ver estas fotos piensen que son como su nieto".
Y de eso se trata, de visibilizar las infancias queer, y que tanto quienes lo son como su entorno sepan cómo afrontarlo sin dramas. También servirá para abrir los ojos a quienes niegan las infancias queer, porque negarlas solo causa dolor... ¿y quién querría amargarle la infancia a nadie?