Los faros, esas luciérnagas de hormigón y cristal que han alumbrado el camino de los barcos durante siglos son un animal en peligro de extinción.
El GPS y el resto de sistemas de geolocalización les están sustituyendo pero ellos se niegan a desaparecer. Algunos albergan historias casi increíbles. Todas descansan en el 'Breve atlas de los faros del fin del mundo'.
Faro de Buda
Vamos a mostrarles algunos de ellos. El primero no nos pilla muy lejos. El es faro de Buda. Descansaba en el delta del Ebro, en el extremo del Cabo de Tortosa.
Y lo decimos en pasado porque ahora yace hundido en el Mediterráneo. La isla de Buda fue menguando y el faro se internó en el mar. Se construyó en el Reino Unido y lo trajeron en barco hasta su emplazamiento. Se encendió por primera vez en 1867.
Faro de Great Isaac Cay
Viajemos ahora al Triángulo de las Bermudas. En ese lugar de leyendas y desapariciones se erige el faro de Great Isaac Cay. Y como el propio Triángulo, este faro es carne de historias extrañas.
En 1969, sus guardafaros desaparecieron. Un grupo de rescate llegó al faro para ver por qué no daban el parte diario. Hallaron sus utensilios y ropa intactos, pero ni rastro de ellos. Todavía no han sido encontrados.
Faro de Matinicus Rock
Al norte de la costa este de Estados Unidos está el faro de Matinicus Rock, uno de los pocos que ha estado cuidado por una mujer.
Con 16 años, Abbie Burguess salvó a su familia durante una tempestad que asoló la pequeña isla. Ella sola cuidó de su madre, y de su hermana. Pasaron un mes encerradas en el faro y nunca dejó que se apagase su luz. Acabó viviendo toda su vida en aquella roca y enseñando el oficio a los siguientes fareros.
Faro de Adziogol
Acabamos nuestro viaje en el faro de Adziogol, en Ucrania. Ni tiene historias increíbles, ni vive de los mitos. Pero su diseño es de los más espectaculares que existen desde hace más de 100 años.