Llega septiembre y, otra vez, a muchos nos toca ponernos a dieta. Como en enero, antes del verano, de una boda o después de la Semana Santa. Cinco letras que nos condicionan y agobian, según las expertas, pero a las que podemos hacer frente.
Desde hace unos años, cada vez más dietistas y nutricionistas dejan de poner el foco en el peso para hablar de nuestra relación con la comida. Nos hablan de intentar no pasar del exceso a la restricción total con el fin de encotrar un equilibrio sostenible en el tiempo. "Intentamos buscar un punto en el medio para no tener esa necesidad de ir del blanco al negro todo el tiempo", asegura Victoria Lozada, nutricionista y coautora de 'Come sin hacer dieta'.
Intentar interiorizar que se puede bajar de peso sin flagelarse es complicado, pero quizá ayude saber que el Índice de masa corporal (IMC), ese tótem que desde hace 200 años sirve para poner la etiqueta al gordo y al delgado, no es tan sano como parece. "Es una fórmula inventada 200 años atrás por un matemático. Está muy desactualizada y fue utilizada para una estadística y para vender medicamentos", nos cuenta Estefanía Férnandez, nutricionista y también coautora del libro.
Entonces, te preguntarás ahora... ¿qué hago? Pues lo más sano es comer de todo sin abusar de nada. Parece sencillo, pero cuesta entenderlo.
Tener como guía de alimentación la culpa tampoco ayuda. Ir a terapia si creemos que nuestra relación con la comida no es saludable podría ser una muy buena opción.
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