Miguel Ángel Rodríguez sería una magnífica criatura si hubiera surgido de la mente de Fiodor Dostoievski. Pero no como alta creación literaria para disfrutar de su lectura, sino como uno de sus personajes despreciables y advenedizos, mentirosos y con los escrúpulos justos de insecto necrófago. Un avatar de libro de los que hacen torcer el gesto, revuelven la entraña y hacen sentir lástima hasta de su propia muerte por compasión con la parca por tener que tocar también a gente de tan baja estofa. M. Á. R. es un funcionario del medro, trepa, ambicioso y empático con la barra y la noche larga. Un magnífico espécimen de la amoralidad de compra fácil y dignidad vacua.
Los burócratas como Miguel Ángel Rodríguez, que igual hubieran hecho carrera en los tribunales populares de la URSS de Stalin, de escuchantes en la Stasi o de escribas de sentencias en las cohortes del TOP, dibujan el perfil de chivato eficiente y sin remilgos en los libros del gigante ruso de la literatura desde Raskolnikov en Crimen y Castigo, a Stavroguin en Los Demonios. Pero sin duda, el más perfecto marco para representar su moral es la del gris funcionario adicto a la mentira y la abyección que se representa en Memoria del subsuelo. Porque qué mejor ecosistema para M. Á. R. que el que se desarrolla allá donde habitan las cloacas y prende la hediondez.
Los mentirosos del porte de Miguel Ángel Rodriguez jamás se pondrían frente a un periodista que no estuviera limitado por la ingente cantidad de publicidad institucional que pone para asegurarse medios y tertulianos cómplices de su mentira. La pieza que publicaba El Mundotras su declaración en el Supremointentando hacer ver que su periódico no difundió la mentira que estaban obligados a trasladar por el jefe de gabinete de Ayuso es una muestra de por qué Miguel Ángel Rodríguez pronunció la frase de que no hace falta presionar a los medios si puedes comprarlos. Eso es lo que hace Ayuso metiendo pasta pública a espuertas en medios como El Mundo, garantizarse que habrá plumillas arrastrando la deontología para justificar esos ingresos.
Esos bienpagados están para mirar para otro lado cuando Ayuso aparece en un vídeo junto a Frank Cuesta burlándose de los homosexuales y llamando vaca a la ex secretaria de Estado de Igualdad. Una estrategia de desprecio y humillación promovida por un tipo como MAR y aceptada por directores de periódicos y locutores de radio a los que solo importa la cuenta de resultados y despojar del poder a la izquierda, aunque eso suponga pudrir la convivencia y tensar la cuerda hasta hacer irrespirable el ambiente social.
No es una novedad porque han sido capaces de proteger a quien les garantiza la supervivencia económica tirando por la borda a Pablo Casado por denunciar que era una ignominia que el hermano de la lideresa ganara 300.000 euros con su administración mientras morían 700 personas al día por la pandemia. Lo han hecho yendo más lejos defendiéndola hasta la arcada del hecho de haber promulgado un protocolo en el que dejaba escrito negro sobre blanco un triaje político para que los ancianos dependientes más pobres no fueran trasladados a hospitales ni recibieran tratamiento paliativo muriendo sin dignidad y con sufrimiento. Lo que haga falta para mantener a salvo en el cargo público a quienes le pagan las suntuosas facturas que les permite seguir mintiendo para ella.
La existencia de personajes como Miguel Ángel Rodriguez en la política española es necesaria para que ineptas con la moral laxa y la ambición desmedida como Isabel Díaz Ayuso tengan la capacidad de engañar a incautos y triunfar medrando en un mundo donde lo único que importa no es el talento sino la ausencia de ética y vergüenza. La presencia de burócratas del bulo de este calibre estaría desterrada en un espacio público que privilegiara la decencia y la honestidad, pero hace tiempo que abandoné la inocencia para dejarme llevar por el nihilismo y soy consciente de que no hay sitio para las buenas personas y los profesionales con talento y honestidad. El momento de época que nos ha tocado vivir, quizás nunca ha existido otro, es para que el mundo se infecte por individuos como Miguel Ángel Rodríguez expertos en ganarse la vida destrozando la de otros con malas artes, mentiras y cómplices allá donde medie un buen cheque.